Para algunos existen más trenes a los cuales subirse, más barcos, más oportunidades.

 

Carlos Peña cumplió recientemente 27 años, aunque dada la velocidad con que ha acontecido todo, muchos podrían pensar que en realidad tiene mayor edad. Apenas en 2013 se consolidó en la selección mexicana, medular en aquel plantel de emergencia que se impuso en la recalificación ante Nueva Zelanda. Meses después ya era bicampeón del futbol mexicano con León y viajaba al Mundial de Brasil con expectativas de ser una de las revelaciones del torneo.

 

Súbitamente, el apodado Gullit se apagó y apenas disputó una decena de minutos en el torneo. Desmotivado, dicen que afectado por la lesión que de último instante dejó fuera del certamen a su compañero Luis Montes, falto de compromiso, Peña cayó por un tobogán.

 

Entonces pasó por su puerta un nuevo tren: las Chivas gastaron una millonada para vestirlo de rojiblanco, aunque nunca se atrevió a cargar al equipo, a mostrarse líder, a comportarse como la estrella que tanto había costado. Dos torneos después regresaba gratis a León, quien de ahí se había ido con mucho dinero de por medio. Un nuevo tren, mas la segunda etapa sería tan corta como mediocre.

 

Desesperado por su mala inversión, el Guadalajara ya sólo pensaba en la frase “de lo perdido, lo que aparezca”, cuando la semana pasada nos sorprendimos con una noticia: el Glasgow Rangers escocés firmaría al mediocampista; un nuevo tren atravesaba por la banqueta del Gullit.

 

¿Cuál Carlos Peña jugará en Escocia? ¿El potente, incisivo, vertical, todocampista, enlace perfecto entre las dos mitades de un equipo? ¿O el distraído, indolente, irresponsable, dado a escándalos nocturnos, que hemos visto durante parte de su carrera?
No hace falta demasiado análisis para entender que después de este tren, difícilmente habrá otro. Que, de hecho, suficientemente afortunado ya ha sido por disponer de tantas ocasiones para la reivindicación.

 

Si algo se valora en el futbol escocés, incluso antes que la capacidad futbolística, es la entrega. Casi todo es perdonable menos no lucir entregado con devoción a la causa del equipo. El único camino para trascender en esta etapa, será con muchísimo sudor, con respeto a su cuerpo, con afán de mejorarse a cada día, con vivir como futbolista de tiempo completo.

 

Llega al Rangers, además, en un instante particular; una institución que por muchos años de habituó a acumular trofeos, hasta que una bancarrota en 2012 obligó a refundar el proyecto en categoría semiprofesional. Ascenso por ascenso, los Rangers finalmente están de vuelta, pero muy lejos de los alcances del Celtic.

 

La misión de Caixinha, ex DT de Santos, es devolver al Rangers a su viejo pedestal. Misión que no tiene margen de error y, mucho menos, permitirá que alguien escatime en su compromiso.

 

Carlos Peña ante su enésima oportunidad. Sólo tiene 27 años, pero ese tren escocés será el último. Si no se sube, en promesa frustrada habrá quedado.

 

Twitter/albertolati

 

aarl

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