En medio de estira y afloja, la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte llega ya a su cuarta ronda que se prevé será una de las más complicadas, porque se abordarán temas sensibles como el del sector automotriz y laborales.

 

Mientras el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau llega mañana miércoles a México, en Washington se reúnen los equipos negociadores del TLCAN para continuar con este trabajo, que se antoja complicado si los norteamericanos insisten en imponer sus condiciones.

 

En forma particular, México no está de acuerdo con la pretensión de Estados Unidos para que los vehículos que se exporten desde tierras mexicanas lleven un componente del 90 por ciento de manufacturas norteamericanas, porque con eso harían más caro el costo final de los automóviles.

 

Por el lado mexicano, los negociadores encabezados por el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo han definido que no aceptarán en las negociaciones y por eso no descartan incluso salirse del TLCAN si se insiste en imponer condiciones desfavorables.

 

Definitivamente México no acepta que se pretenda que el tratado sea ratificado por las partes cada 5 años y si no se hace entonces se tendría por terminado de manera automática; requerir un porcentaje mínimo de contenido nacional a productos de la industria automotriz o de lo contrario no podrá acceder al tratamiento arancelario preferente; eliminar la regla de tratamiento preferencial arancelario de insumos en la industria textil.

 

Hacer más sencillo el inicio de investigaciones antidumping y de medidas compensatorias para frutas o vegetales; que las compras de gobierno favorezcan a proveedores estadounidenses

 

En pocas palabras: todo para los norteamericanos. Lo bueno es que tanto el sector privado con Juan Pablo Castañón, presidente del CCE, a la cabeza, como el gobierno de México no cayeron en el pánico que parecían sentir y con toda tranquilidad señalaron que, de ser necesario, nuestro país se sale de este acuerdo.

 

Aunque como bien dijo el senador Emilio Gamboa, este proceso de negociación apenas está a la mitad del camino. No hay nada definido y el objetivo debe ser alcanzar mayores oportunidades de inversión y empleos, para hacer de la región de América del Norte la más competitiva del mundo.

 

Nadie en su sano juicio podría dudar de la capacidad de los negociadores mexicanos: Ildefonso Guajardo; Keneth Smith, director de la oficina del TLCAN en la embajada de México en Washington; Juan Carlos Baker, subsecretario de Comercio exterior en la Secretaría de Economía y Salvador Behar, director para América del Norte en la misma dependencia.

 

Y sin duda ellos sabrán hacer su trabajo, si no como bien lo plantearon los senadores José Ascención Orihuela, Ricardo Urzúa, Gerardo Flores y Marcela Guerra, en caso de que llegue una propuesta que dañe a México, el Senado de la República no lo aceptará y por lo tanto, lo rechazará.

 

Porque como representantes de los estados de la República, su obligación es defender los intereses de las actividades productivas de México, por lo que no aceptarán condiciones que sean desfavorables para nuestro país.

 

Como dice el priista Gamboa Patrón, la diplomacia, resistencia y paciencia siempre son elementos clave para avanzar en una negociación.

 

Por cierto, de acuerdo a un estudio de The Atlantic Council, si el TLCAN dejara de existir, las exportaciones de Estados Unidos hacia México caerían 49 por ciento, afectando principalmente algunos sectores como el del azúcar, productos confitados y tabaco.

 

Bajo las reglas de Naciones Más Favorecidas (NMF), las exportaciones estadounidenses a México sufrirían más que las exportaciones mexicanas a Estados Unidos; en el caso de México, se prevé una disminución de 17 por ciento en las exportaciones de ropa; de 12 por ciento en textiles, 11 por ciento en semillas oleaginosas y aceites vegetales y de 11 por ciento en petróleo.

 

 

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caem