Se acabó la época dorada de los partidos.

 

O, mejor dicho, de sus dirigentes.

 

La población mexicana ha decidido emanciparse, y la ocasión ha sido la serie de sismos de los días recientes, con sus secuelas de daños, muerte y dolor.

 

Así como en 1985 emergió el grupo solidario del cual vegetaron y vegetan personajes de desprestigio tamaño René Bejarano y Dolores Padierna, hoy panegiristas de Andrés Manuel López, ahora la población se expresa desde distintos foros.

 

Todos contra los partidos políticos y sus vivales.

 

Sus fortunas, su dinero fácil, el usufructo del hambre vía la dádiva para el voto electoral, sus viajes internacionales y su vida de lujo sin justificar gastos.

 

Hoy, esa sociedad ha decidido manifestarse contra la entrega de miles y miles de millones de pesos manejados de manera oscura; y pide cuentas y decide intervenir para bien.

 

Es el mayor efecto socio-político de esta serie de terremotos, amén de reorientar el gasto federal.

 

¡FUERA EL INMORAL FINANCIAMIENTO A PARTIDOS!

Por doquier está el clamor.

 

Si subyacía la queja ciudadana por tanto dinero dado a las siglas políticas -casi siete mil millones de pesos en prerrogativas para el año próximo-, la presión va a cambiar el panorama.

 

Y va no nada más contra ellos, sino contra el Instituto Nacional Electoral (INE), de Lorenzo Córdova, cuyos 28 mil millones de pesos tendrán justificación legal, pero no moral.

 

Ayer dimos cuenta de cómo el gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, proponía elevar a ley la reducción de 50% de las prerrogativas a los partidos.

 

El ex gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz fue a más: pidió al presidente Enrique Peña enviar de inmediato una iniciativa para “reducir 50% los recursos de ley de los partidos para la reconstrucción”.

 

De por vida.

 

Es decir, ad perpetuam.

 

Siempre habrá necesidades sociales para usar ese porcentaje restante.

 

Todo mundo habla de tres mil y cacho millones de pesos, porque es la mitad de las partidas federales, pero hay dinero extra.

 

Esos mismos partidos reciben al menos el doble de los estados donde tienen presencia: más de 18 mil millones de pesos, ¡qué inmoralidad!

 

Pero hay más propuestas:

 

Desaparecer el INE, tan ineficiente como beneficiario de 28 mil millones de pesos, con una burocracia superior a 15 mil empleados fijos -en años electorales no- con salarios de lujo.

 

PRESIÓN PARA UN NUEVO SISTEMA ELECTORAL

Pero hablemos de realidades.

 

Bajo esta presión social, los dirigentes de partidos han aceptado ceder parte de sus prerrogativas para respaldar las acciones de reconstrucción.

 

No, no se trata de eso.

 

¿De qué sirve tener un Instituto Nacional Electoral si luego todas las votaciones son cuestionadas y llegan a ese otro monstruo burocrático llamado Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)?

 

Reconozcamos: es parte del costo de la desconfianza en las instituciones del país, pero no de la solución democrática exigida por los mexicanos.

 

El debate apenas empieza.

 

Aquí sólo damos un futuro cierto: los partidos ya no tendrán todas las manzanas del paraíso para sí mismos.

 

Estamos, no lo dude usted, ante la inminencia de un nuevo entramado electoral y, por supuesto, ante un nuevo entramado de la democracia mexicana.

 

¡Bienvenido sea!

 

caem