Algo les pasa a los presidentes mexicanos cuando salen del país que les da por decir en el extranjero lo que no se atreven a decir de frente, en su casa, a sus gobernados. Tener que leer la prensa extranjera cuando un mandatario mexicano viaja al exterior, para enterarse de lo que realmente piensa y de lo que planea hacer en su gobierno, es una añeja y extraña costumbre de los Ejecutivos nacionales que, desde la vieja era priista, y luego continuada por los presidentes del PAN, suelen ser mucho más honestos fuera del país que cuando hablan a la prensa local.

 

Lo han hecho muchos mandatarios y lo acaba de hacer el presidente Enrique Peña Nieto, quien durante su actual visita al Reino Unido, invitado a la Cumbre del G-8, tuvo uno de estos ataques de sinceridad y nos dijo a los mexicanos -y por supuesto a los inversionistas de las economías más poderosas del mundo- que sí piensa cambiar la Constitución para abrir completamente áreas de la paraestatal Petróleos Mexicanos al capital privado nacional y extranjero.

 

Algo que nunca había dicho aquí el presidente fue revelado desde el exterior y modifica radicalmente el panorama para la discusión y el debate de la reforma de Pemex, también llamada reforma energética. Hasta ahora la posición de la administración Peña era que dicha reforma no contemplaría cambios a la Constitución y sólo modificaría leyes reglamentarias para abrir partes del proceso petrolero a la participación de empresas privadas, y aunque se insiste en que no cambiará la propiedad estatal, ya se habla de inversión privada en áreas hoy vedadas por el texto constitucional.

 

El mismo mandatario afirma que ya tiene acuerdos con los partidos que integran el Pacto por México, que su propuesta de reformas estará lista en dos o tres meses y anticipa que no será un “debate fácil” y habrá quienes se inconformen, pero “las reformas se logran con mayorías y así funcionan las democracias”.

 

Y aquí surgen dos preguntas, la primera por qué Peña y su equipo no habían revelado en México el verdadero sentido de su reforma a Pemex, y la segunda, cuando habla de un “debate difícil”, ¿está pensando en Andrés Manuel López Obrador y la izquierda en las calles reclamando la propiedad de Pemex para la Nación y no para las empresas internacionales?

 

Porque hoy el panorama no parece muy alentador. Es claro que el PRD no transitará con una reforma que incluya cambios constitucionales como ya lo han advertido sus dirigentes; y también es claro que López Obrador encontrará en el debate petrolero el elemento ideal para recobrar fuerzas perdidas y relanzar su movimiento nacional que sigue en ciernes.

 

Pero la parte más complicada no serán los que estén en contra, esos están claramente identificados tanto en el Congreso como en las calles; la duda surge en los votos a favor que dice tener Peña Nieto listos para pasar la iniciativa constitucional. Si se refiere al PAN valdría la pena preguntarse y preguntarle -tal vez nos lo diga en su siguiente viaje al extranjero- ¿a cuál PAN se refiere el presidente, al de Gustavo Madero o al de Calderón y Ernesto Cordero? Porque esos dos panismos, totalmente fracturados y enfrentados, se están sacando los ojos y se ve muy difícil que se pongan de acuerdo para apoyar la reforma peñista en materia petrolera.

 

Así que los cálculos presidenciales sobre la reforma a Pemex parecen optimistas. Veremos si a su regreso los forasteros explican mejor en qué se basa el optimismo o quizá habrá que esperar la próxima gira por el extranjero para saberlo.

 

NOTAS INDISCRETAS…Se recrudece la guerra de los senadores del PAN. Jorge Luis Preciado, al destituir al vicecoordinador Francisco Domínguez, que era una posición aún de Cordero, no sólo invalidó la reunión de hoy de los calderonistas para modificar estatutos y acotar al coordinador. De paso, Preciado se cobró el pago de 433 mil pesos a los 38 senadores, autorizado por Domínguez, y del que lo quiso responsabilizar el administrador Lavalle Mauri, también destituido. Las cosas se ponen rudas entre los senadores panistas… A propósito, Ernesto Cordero reconoció en radio que sí tenía tres asesores como coordinador y que uno era Juan Ignacio Zavala que cobrara casi 90 mil pesos mensuales. La otra, dicen, era Alejandra Sota, y ¿quién sería el tercer asesor?.. Los dados disparan. Escalera doble.