Las jarras de agua desaparecieron de las conferencias y reuniones de trabajo. Ahora, en su lugar, se coloca agua embotellada.

 

El tema va más allá de una simple curiosidad, pues implica un gasto doble en agua.

 

En lo que se refiere a la actitud de los ciudadanos de a pie, se entiende por la desconfianza en la calidad del líquido que sale de su llave.

 

Lo que no queda muy claro es por qué las autoridades hacen lo mismo y duplican el presupuesto: después de la inversión millonaria para llevar agua potable hasta los hogares y oficinas, todavía invierten millones de pesos en la embotellada.

 

Además de la duplicidad de recursos, se detona la adquisición de un producto contaminante.

 

Es verdad, el PET puede aprovecharse, pero no existe un programa integral, hasta ahora, que lo haga. Sólo hay intentos aislados.

 

El gasto en botellas de agua, en las dependencias es millonario. A la vista hay dos ejemplos: el Senado gastó 900 mil pesos en 2015 y la Cámara de Diputados, un millón 200 mil pesos, según una investigación de 24 HORAS. Para los próximos cinco meses, la Cámara de Diputados ya tiene presupuestada la compra de 35 mil botellas.

 

Si vamos de dependencia en dependencia, el monto se acumulará y se llegaría a cantidades que pueden invertirse en distintos programas. Pero no sucede así; por el contrario, las mismas dependencias seguirán consolidando a México como el país del mundo que más agua embotellada consume.

 

Según datos de la organización FanMéxico, una persona bebe un promedio de 234 litros al año. Más que EU. Y hay que tomar en cuenta otra cifra: un mexicano consume anualmente 360 litros.

 

Cada año se invierten millones de pesos para que los capitalinos reciban 34 mil 430 litros de líquido potable por segundo; un equivalente, según los especialistas, a 220 mil pipas diarias.

 

Pero a pesar de esas grandes inversiones, algo pasa. Y la gente compra agua en garrafones y en envases.

 

Según especialistas, si el agua que distribuye el Gobierno de la CDMX en la mayoría de las delegaciones es tan limpia como se dice, bastaría con que cada familia mantenga en buenas condiciones su red interna. Tubería y tinacos adecuados, y cuidados, para evitar que se contamine.

 

Un paso adelante

 

Por eso es importante el paso que dio el Senado de la República al instalar los bebederos, con lo que, pronto, veremos las jarras de agua y los vasos de vidrio nuevamente en las conferencias y sesiones de trabajo.

 

Ojalá que esas imágenes podamos observarlas próximamente en San Lázaro, en la Asamblea Legislativa, en las oficinas del Sistema de Agua de la CDMX y en las de la Comisión Nacional del Agua.

 

En tiempos de austeridad, una primera medida es dejar de gastar doblemente el recurso público, que tanto escasea. Y si ya invertimos en llevar agua potable hasta una parte importante de los hogares, no gastemos más en la embotellada.

 

El papel de los ciudadanos

 

Por otra parte, el Gobierno local podría realizar una campaña para que los capitalinos inviertan en mantener las tuberías de sus casas en buenas condiciones, así como tinacos y cisternas limpias con el fin de no contaminar el agua que llega limpia a los hogares. Y en lugar de gastar miles de pesos al año en la embotellada y en garrafones, paguen por el líquido que les llega hasta su casa.

 

En el caso de las delegaciones en donde se vive una escasez cotidiana, ahí, puede llevarse a cabo un programa de abasto con los recursos que las dependencias dejarían de erogar en compra de agua embotellada.