¿Cómo afecta a la población mexicana el exceso en el consumo de bebidas gaseosas y azucaradas?

 

Mientras diputados y asociaciones civiles plantean incrementar en 20% el impuesto sobre los refrescos, es imprescindible considerar lo siguiente.

 

De acuerdo con un estudio realizado por Rudd Center for Food Policy and Obesity de la Universidad de Yale, México consume alrededor de 163 litros de refresco por persona al año, lo que ubica a nuestro país en primer lugar mundial de este rubro. Así, el agua es remplazada por bebidas altamente azucaradas que, por ende, tienen alto contenido calórico.

 

Una lata de cola (355 ml) representa aproximadamente 10 cucharaditas de azúcar, lo cual corresponde a 3 rebanadas de pan o 3 tortillas de maíz. Si consideramos que los mexicanos en promedio bebemos 163 litros de refresco al año (o sea, casi medio litro al día) ingerimos por este medio el equivalente a 4 rebanadas adicionales de pan (pensemos en los carbohidratos de dos sándwiches extra por jornada). Por ello no debe extrañarnos que los refrescos aporten 21% de las calorías totales en un día, según cifras del INSP (Instituto Nacional de Salud Pública).

 

¿Cómo repercute el exceso de azúcar en la salud? No olvidemos que obesidad y diabetes están directamente relacionadas con consumo desmedido de esta bebida. Como bien sabemos, México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil y segundo en obesidad general después de Estados Unidos.

 

Sería simplista culpar exclusivamente a los refrescos por las actuales epidemias de obesidad y diabetes que padece nuestra población, ya que son mucho los factores desencadenantes de estas enfermedades. Sin embargo, reducir el consumo de los mismos disminuiría en parte el exceso de calorías ingeridas.

 

Además de alterar los niveles de glucosa en sangre y de ser elevados en calorías, los refrescos llegan a provocar anemia, gastritis y a tener un impacto negativo sobre dientes y huesos, ya que eliminan el calcio.

 

Según el INSP, entre 1999 y 2006 el consumo de refrescos y bebidas azucaradas aumentó más de 100%. Al aumentar dichos impuestos, algunas estimaciones sugieren que el consumo podría caer de 163 litros al año por persona a menos de 130 litros (aunque precedentes en impuestos implementados al tabaco no permiten tanto optimismo).

 

Obesidad, diabetes, anemia, falta de calcio, parecen razones suficientes para hacer un esfuerzo en la disminución de refrescos, pero no todo cambiará a través de los impuestos. Es necesaria mayor educación nutricional, incrementar niveles de actividad física y, más importante, que la gente de todo segmento de la población tenga acceso a agua potable (la cual sólo así podrá empezar a sustituir al rutinario refresco).

 

Aunque en México se sigue debatiendo el tema, países como Hungría, Finlandia y Francia han aprobado mayores impuestos sobre refrescos, siendo todavía muy temprano para conocer resultados e impacto. Mientras tanto, en Nueva York se ha prohibido a partir de marzo de 2013 la venta de refrescos de tamaño superior a 480 mililitros.

 

Si otras naciones ya lo están haciendo, la que mayor problema de consumo tiene, como lo es México, no puede quedarse atrás.

 

*Maestra en salud pública y nutrición

 

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