CIUDAD JUÁREZ. En “El Punto” los trabajos avanzan a marchas forzadas, el arquitecto Alejandro Rivera y sus trabajadores labran la tierra que alguna vez albergó a la Feria de Ciudad Juárez y levantan el altar donde el papa Francisco oficiará una misa multitudinaria al límite de la frontera con Estados Unidos.

 

En la zona del Chamizal, el viento gélido de los primeros meses del año cala en los huesos, pero eso no mengua a la cuadrilla de albañiles que preparan el terreno que dará cabida al líder de la Iglesia católica y a alrededor de 220 mil personas que se darán cita el 17 de febrero en el lugar.

 

Para Alejandro, el clima es lo de menos, trabaja a toda prisa para terminar el altar en no más de 30 días y coordina la llegada diaria de los 12 camiones de grava que forjarán la estructura de 76 metros de largo, 22 de ancho y 13 de alto, afianzada en cimientos de más de seis metros de profundidad y recubierto por una piedra rosada del cerro de la “Bola” que enmarca de un color marrón el paisaje al oeste de la ciudad.

 

Debajo de la máscara que lo protege de la brisa, el arquitecto esconde una piel quemada por el frío; sin embargo, la alegría se ve en su mirada de saber lo que hace y aunque aún no le cae el “veinte”, dice estar orgulloso de lo que construye.

 

A unos metros de distancia, el ingeniero Ángel Manríquez supervisa el ir y venir de los trabajadores, a un mes del gran evento sabe que el tiempo es un lujo que no se pueden dar, pero que el mayor reto del proyecto es saber que el papa Francisco pisará ese lugar, por lo que el tema de seguridad no puede fallar.

 

“Tarde tiempo en asimilar el proyecto al que me estaba sumando y cuando te cae el veinte empiezas a trabajar con una motivación diferente, visualizas lo que estás haciendo, el evento, es una experiencia enorme de forma laboral, pero de manera personal el sentimiento no tiene límite”, asegura.

 

Y es que para el ingeniero la visita de Bergoglio a la ciudad es un hecho histórico, es una bendición que quizá nunca se repetirá, sobre todo después de ser catalogada como la ciudad más peligrosa de todo el mundo, pero que en años recientes volvió a renacer con el andar de la gente por las calles y la reactivación de los comercios por sus avenidas.

 

De acuerdo con el vocero del municipio, Carlos Castaño, en “El Punto” habrá a alrededor de 20 mil sillas para los asistentes, mientras que el resto estará de pie y en las gradas.

 

 

 

 

También, el sitio se dividirá en cuatro sectores, cuyos accesos estarán identificados por un color y una zona; así como mil elementos de seguridad, entre municipales, estatales y federales.

 

El vicario pastoral de la Diócesis de Ciudad Juárez, Mario Manríquez, cuenta que dado al clima difícil del invierno hacer un evento de esta magnitud con un millón de personas no se puede planear, por lo que se concretaron a uno junto al río Bravo y la frontera, para que el Papa pueda dar su mensaje a los migrantes.

 

“El sitio donde va hacer la misa es un lugar totalmente simbólico, el Papa pidió y mencionó en alguno de sus viajes cuando regresaba de Estados Unidos al Vaticano, que le hubiera gustado mucho ingresar a Estados Unidos por Ciudad Juárez”, recuerda Manríquez.

 

“En su mente está la frontera, por lo que cuando llegaron los enviados del Vaticano, encontramos esta zona cercana a la frontera para atender en interés del Papa para orar”, agrega.

 

Y es que “El Punto” bordea la frontera con el país más poderoso del mundo y donde miles de personas cada año cruzan en busca del llamado “sueño americano”, divididos por el caudal del río cercado por rejas de alambres, donde la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos vigila cualquier movimiento del territorio mexicano.

 

Ese será el lugar donde el papa Francisco dará un mensaje para las fronteras del mundo luego de terminar la misa y a unos cuantos metros de la línea para orar por los migrantes de cara al río Bravo y el sol del oeste que ilumina los edificios en El Paso, Texas.

 

El padre Manríquez asegura que el planteamiento del Papa es universal, no se resume en México, Ciudad Juárez, sino que habla de todo el mundo, ya que en su última encíclica hace entender que el mundo es una casa común.

 

El cual, menciona, no puede haber fronteras, que el hombre es habitante del mundo y no solo una parte del planeta, no es esclavo, no nació en un lugar atado y tampoco es propietario o dueño, sino que es el mundo.

 

“La visita del Papa es esperanza entre los migrantes que se encuentran separados de su familia por estas leyes que están implementando, que separa familias”, enfatiza.

 

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