Parecía que el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, festejaba la noche del 1 de julio.

 

Arropado por los militantes tricolores, por su familia y por su club de fans en donde la mayoría son mujeres, fue recibido en el auditorio Plutarco Elías Calles, ubicado en la sede nacional del PRI.

 

Llegó al nido priista acompañado por el presidente de su partido, Pedro Joaquín Coldwell. También iba su esposa Angélica Rivera, siempre a un paso atrás de él sonreía a todos los que encontraba a su paso, igual que  la candidata a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal, Beatriz Paredes.

 

Las personalidades del Partido Verde Ecologista, con quien va en alianza, no estuvieron presentes, quizá por que no fueron convocados o porque la cita al encuentro era tarde.

 

En un discurso que no duró más de 20 minutos el ex gobernador del Estado de México, llamo a los priistas y ecologistas a no confiarse y continuar en campaña tocando de puerta por puerta para decirles a los ciudadanos cuál es su compromiso y así triunfar la lo noche del 1 de julio.

 

Con una sonrisa, aunque sin euforia, el candidato de la alianza señaló que el debate es un ejercicio que permite mostrar su compromiso y su proyecto. “México debe cambiar, debemos ganarnos la confianza de la sociedad mexicana esta es la meta más importante nos queda camino por andar, no nos confiemos”.

 

Peña dijo que sin duda alguna participará en el segundo debate que se llevará a cabo el 10 de julio en Guadalajara, Jalisco, y lo hará porque desea debatir, porque quiere más espacios con sus adversarios, pero sobre todo “porque queremos ganar”.

 

El equipo del candidato, quien se enzarzó en discusiones tanto con la panista Vázquez Mota como con Andrés Manuel López Obrador durante el debate, envió tarjetas con aclaraciones al caso Paulette, a la relación de Peña con los medios, y a los compromisos cumplidos en su gestión, que fueron criticados por sus adversarios.

 

Fueron dos horas donde las descalificaciones mutuas, acusaciones de corrupción, opacidad, ausentismo, deshonestidad y hasta el caso Paulette sobre todo entre los candidatos del PRI, PAN y PRD, fueron aderezadas con algunas propuestas, casi ninguna novedosa, y al final una sensación de que no hubo un claro ganador de este primer debate.

 

Josefina Vázquez Mota, quien nunca perdió su mejor ángulo ante la cámara, ni dio énfasis o intensidad a las frases, ni quitó la sonrisa, fue quien inició el ataque, al señalar que en su gobierno en el Estado de México, el priista Enrique Peña Nieto provocó que se desplomaran los índices de competitividad.

 

A pesar de que el candidato priista había asegurado que iría al debate con propuestas y no con ataques, inmediatamente criticó a la panista Vázquez Mota al contestarle que lo grave es que trata de hablar con la verdad y que no dice que la falta de acuerdos se debió a sus ausencias en la Cámara de Diputados.

 

Peña Nieto, cayó en el juego de sus contrincantes, incluso cuando el perredista López Obrador y la panista Vázquez Mota lo atacaban se equivocó en las palabras y en lugar de decir es mi propuesta central, dijo es mi pobreza central.

 

Andrés Manuel López Obrador fue muy parecido al que conocíamos, lento en su hablar, con los mismos ademanes hizo caso omiso de los temas,  como lo dijo desde el principio dio su explicación de los grandes hombres del poder que se quedaron con México y mostró papeles en los que nunca explicó cuál es la fuente.

 

En respuesta, Peña Nieto trató de reventar la bandera de honestidad de López Obrador cuando le recordó que presume de honesto pero se rodea de gente corrupta como René Bejarano.

 

El único con énfasis y ganas y al que menos le preocupaba verse bien ante las cámaras fue a Quadri, quizá es el que logre subir el registro de su partido.