WASHINGTON Tras una tropezada administración marcada por los escándalos tras el operativo “Rápido y Furioso”, Eric Holder, decidió dejar las filas del gobierno de Barack Obama. Fue el presidente estadunidense el encargado de anunciar la dimisión del primer fiscal general afroamericano de Estados Unidos a quien agradeció su “profunda fidelidad al país” durante sus casi seis años en el cargo.

 
Discreto y leal, Holder había discutido con el mandatario varias veces en los últimos meses su intención de renunciar, pero, según fuentes del Departamento de Justicia, fue después de una conversación de más de una hora a principios de septiembre cuando el Obama aceptó la decisión de su colaborador y amigo.

 

En una reciente entrevista con la cadena ABC, Holder, casado y con tres hijos, indicó que servir en el Departamento de Justicia ha sido “el honor” de su carrera profesional pero también un trabajo “exigente” que le ha restado horas de estar con su familia.

 

Desde su nombramiento en febrero de 2009, ha sido una de las figuras de la vanguardia de la Administración de Obama. Entre sus logros la Casa Blanca ha subrayado la “protección de los derechos de la comunidad homosexual y transexual, el exitoso procesamiento de terroristas y su lucha sin descanso por los derechos al voto” Holder y buscó cambios en el sistema de justicia penal porque consideraba que castigaban desproporcionalmente a las minorías.

 

Los escándalos

 

 

Sin embargo, tuvo que dar marcha atrás cuando, comprometido con acabar con la política de detenciones indefinidas en Guantánamo apoyó que se juzgara en Nueva York a Sheij Mohamed, quien finalmente nunca ha salido de esa base militar, donde se le sigue un proceso acusado de planificar los atentados del 11-S. Esto provocó una reacción de disgusto entre varios legisladores, funcionarios locales y hasta en los familiares de las víctimas.

 
Otro de los momentos difíciles fue el escándalo de la operación “Rápido y Furioso” (2009), por la que se introdujeron más de dos mil armas en México para seguir la pista a los narcotraficantes, un plan que resultó un fiasco debido a que le perdieron el rastro al armamento y del que Holder defendió que no fue informado, pero por el que los republicanos pidieron su renuncia.

 

 

Pero no fue el único escándalo que lo rodeó. Pero no fue el único escándalo que lo rodeó. En mayo de 2013, el secretario de Justicia se enfrentó a una audiencia parlamentaria en la que se le preguntó sobre la intervención de llamadas telefónicas de periodistas de la agencia AP.

 

 

Cuando el presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, el republicano Bob Goodlatte, le preguntó por qué, de acuerdo con la normativa, la AP no fue informada sobre la intención de intervenir en sus registros telefónicos, Holder respondió que había excepciones a esta regla.

 

Holder, de 63 años, Ha sido uno de los rostros principales del gobierno en varios casos polémicos, como la muerte del adolescente negro Michael Brown en Ferguson (Misuri) tiroteado por un policía cuando caminaba desarmado, un caso que provocó disturbios y despertó de nuevo el debate racial.

 

Holder, que no ha dudado en hablar en términos combativos sobre las tensiones raciales en el país, se desplazó a Ferguson, donde desplegó su empatía con la población al asegurar: “Yo soy el fiscal general de Estados Unidos pero también soy un hombre negro”, y confesó haber sufrido casos de discriminación racial de joven.

 

Además de enfrentar las diferencias raciales, Holder, hijo de padres inmigrantes, ha abogado por “erradicar” las “desigualdades aún demasiado persistentes” en el país, en alusión a una reforma migratoria que permita “salir de las sombras y tener su lugar en la sociedad” a los más de 11 millones de indocumentados.

 

Por su parte, el todavía fiscal general, que se mantendrá al frente del Departamento de Justicia hasta que se designe un sucesor, reconoció encontrarse con “sensaciones encontradas” tras seis años en ese puesto. “Nunca dejaré el trabajo. Continuaré encontrando maneras de servir”.

 
Holder también dio las gracias al presidente Obama, del que se reconoció “orgulloso de llamar un amigo” y, finalmente, dejó escapar la emoción al recordar a sus padres y familia.