Desde luego eso de que la necedad se propaga tan rápido como la gripa es una certidumbre incuestionable. Y si no, que se lo pregunten al Presidente catalán, Carles Puigdemont, que sigue, un día sí y otro también, con la canción de que Cataluña se va a independizar de España. Lo cierto es que el 1 de octubre, es decir, en menos de un mes, Puigdemont va a sacar las urnas a la calle por muy inconstitucional que sea.

 

Muchos amigos mexicanos me han preguntado por qué el gobierno de Mariano Rajoy no les deja votar. Me gustaría aclararlo de nuevo. No se trata de que el Gobierno quiera o deje de querer, que los catalanes voten para saber si quieren seguir siendo españoles o prefieren independizarse. No se trata de eso.

 

Según la Constitución de 1978, España es un reino indivisible, formado por 17 Comunidades Autónomas y dos ciudades autónomas, Ceuta y Melilla. Al ser indisoluble no cabe ninguna separación, salvo que se modificara la Carta Magna. Una modificación cambiará las cosas. Pero mientras eso no se dé, no se puede transgredir el Estado de Derecho, porque para algo existe. La ley está para cumplirla, no para transgredirla. El proceso contrario sería una anarquía.

 

En segundo lugar quisiera explicar que si Puigdemont pretende llevar a cabo una consulta, tiene que preguntar al conjunto de la nación, y no hacerlo exclusivo a la comunidad catalana. Quiero recordar que el Reino de España está unido desde el 2 de enero de 1492; que muchos españoles, entre ellos catalanes, dejaron sus vidas por la unidad de España y que, llegado el caso, aunque no sea vinculante ni constitucional, todos tendríamos derecho a opinar.

 

En tercer y último lugar, Puigdemont sabe que va a ganar. Si el 1 de octubre llegaren a poner las urnas, sólo acudirían a votar aquéllos que quieren la independencia; no van a ir los que están en contra de este juego que Puigdemont está llevando a un abismo que cimbrará los cimientos económicos catalanes para empobrecerlos a la década de los 70.

 

Porque, además, sabe que el independentismo tiene cada vez menos fuerza en la sociedad catalana. En los últimos 10 años han ido perdiendo tanto poder que tuvieron que unirse varios partidos –cada uno de su padre y de su madre- que sólo les une la idea de la independencia. Aun así, cada vez son menos las personas que quieren separarse de España.

 

Llegado a este punto, lo que pretende el Presidente catalán es que el 1 de octubre, la Policía y la Guardia Civil tengan que patrullar las calles barcelonesas. Y no por un atentado, sino por la sinrazón, necedad y bisoñez de unos pocos que lo que realmente buscan son unas canonjías por parte del Gobierno central.

 

No podemos olvidar que el ex presidente Zapatero otorgó un estatus especial a Cataluña. Dicho estatus ya le hacía prácticamente independiente.

 

Pero a Puigdemont no le basta. Es el ansia de querer más y más. Por eso lo que busca en el fondo es la foto en la que se le vea esposado rumbo a la Audiencia Nacional de Madrid. Con eso conseguiría victimizarse y “legitimar” algo que es ilegal.

 

La ley es o debería ser igual para todos. Eso también lo dice la Constitución.

 

caem