Las pláticas avanzan, pero de manera desigual.

 

En teoría, las alianzas en Nayarit y Veracruz son entre dos organizaciones políticas con los mismos derechos en aras de derrotar al PRI.

 

Pero en los hechos, el PAN lleva mucha delantera y tendrá las mejores plazas sobre su contraparte: el PRD.

 

Hay sustento en este hecho: los mejores cuadros son azules, y azul es también la mayor fuerza entre ambos.

 

El punto de partida es la candidatura a gobernador en la tierra del Nayar.

 

Ahí primará una sola voluntad: la del dirigente panista Ricardo Anaya.

 

Tiene para escoger:

 

Polo Domínguez, presidente municipal con licencia de Tepic, tiene popularidad y el apoyo de un ala del panismo y buena parte de la corriente de Guadalupe Acosta Naranjo.

 

El comité nacional de Anaya también tiene acercamientos con Alejandro Echevarría, hijo del ex gobernador refresquero contemporáneo de Vicente Fox y cercano a grupos de izquierda.

 

El PAN escoge: Veracruz y Boca del Río

 

En Veracruz el panorama no es mejor para el perredismo.

 

La alianza por la gubernatura se dio cuando ya Acción Nacional había fabricado la candidatura de Miguel Ángel Yunes y las fuerzas amarillas se sumaron de complemento.

 

Así sucederá en las elecciones municipales de junio.

 

El PAN pelea, y ya le fueron concedidas, las candidaturas de Veracruz y Boca del Río; sin duda, los dos municipios más importantes turística y económicamente.

 

Por su parte, el Partido de la Revolución Democrática de Alejandra Barrales pensaría en Xalapa como su principal plaza, importante por ser la capital, pero sin la fuerza del puerto.

 

Más adelante se verá si a su lucha, los perredistas suman candidaturas en Coatzacoalcos, Poza Rica y Minatitlán, bajo el supuesto de conquistar esas plazas petroleras con el apoyo del gobierno estatal.

 

El resto de los municipios se decidirá con base en encuestas y, no hay sorpresa o rompimiento, el PAN tiene las mayores simpatías y los mejores prospectos para acaparar las postulaciones.

 

Cualquiera que sea el resultado, el PRD negocia en desventaja y aparece como un simple compañero de viaje como cuando Agustín Basave lo montó en las candidaturas azules de 2016.

 

Advertencia a políticos: no marchen

 

Sola, sin banderas políticas ni a favor o en contra del gobierno, la sociedad se ha organizado para manifestarse por la unidad nacional al ver los amagos y las primeras acciones de Donald Trump.

 

Pero hay un problema:

 

Algunos gobernadores han intentado sumarse a esas movilizaciones y han recibido el rechazo por considerarlos oportunistas y no sentirlos auténticos en su quehacer público.

 

Si alguien tiene duda, ahí está el caso del bajacaliforniano Francisco Kiko Vega.

 

¿Por qué le cuento esto?

 

Porque muchos miembros del gabinete y políticos connotados analizan si se suman a la marcha del próximo domingo, convocada por multitud de organizaciones ajenas a los partidos políticos.

 

Enterados, varios convocantes han empezado a llamar a esos personajes para pedirles cortésmente no asistir con el fin de evitar conflictos con los asistentes.

 

Y serán tantos como aquella marcha de blanco en 2004 para exigir seguridad al entonces jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador.