Con una muestra de fuerza, el PRD capitalino dio la cara el sábado pasado en un multitudinario acto organizado por Fuerza Democrática, la organización que encabezo desde hace 17 años, apoyado por los principales liderazgos nacionales del partido.

 

Era necesario salir a dar la cara para recordar a nuestros enemigos que la plaza no está sola; está ocupada y los dueños son los ciudadanos que han apoyado a los gobierno perredistas desde hace 20 años, en los que hemos podido construir la Ciudad de los Derechos.

 

Mientras los perredistas de cepa, ésos que estamos comprometidos con la ciudadanía y que trabajamos a diario por su bienestar, marcamos el camino de la democracia, hay otros que anteponen sus intereses personales y dan el brinco a otros lados.

 

Hay compañeros –ahora ex compañeros- como René Bejarano y Dolores Padierna, por ejemplo, que hace apenas unos meses criticaban la forma de hacer política vertical de Andrés Manuel López Obrador en Morena, y hoy se van con él.

 

Se vale, desde luego, cambiar de opciones políticas cuando uno disiente; así llegaron al Frente Democrático Nacional los primeros dirigentes de lo que después fue el PRD: Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y el propio López Obrador. No estuvieron de acuerdo con las prácticas antidemocráticas que se realizaban en ese entonces en el PRI, como la aplicación del dedazo. Decidieron salir y buscar en otros lados dar la lucha por la democracia.

 

Esos vicios que tanto lastimaron hoy los está replicando en Morena su líder nacional, pero de manera recargada, e increíblemente se van con él para defenderlos. Tendrían que ser congruentes.

 

Se vale disentir y desde luego que se vale irse, pero no a proyectos en los que lo único que prevalezca sea el interés de obtener posiciones personales a cualquier costo.

 

Quienes se van a Morena son, en su mayoría, personajes que vivieron del presupuesto a través del PRD y que hoy, que ya no tienen cabida en el partido, buscan dar el salto para seguir pegados a la nómina.

 

Es curioso que perredistas que se asumen como luchadores de izquierda y de los derechos de los ciudadanos quieran irse a un partido integrado por una mezcla de oscuros personajes que, hasta hace muy poco, eran considerados como integrantes de la mafia del poder. Y que quieran apoyar a un líder como López Obrador, que impulsa una política más conservadora que el propio PAN, pues rechaza temas como el aborto, los matrimonios igualitarios y otras políticas liberales conseguidas en el PRD y que distinguen a esta Ciudad de los Derechos.

 

Por eso es claro que quieren dar el brinco sólo para seguir en el presupuesto público y traicionando la defensa de los derechos de los capitalinos, pero cada quien toma sus decisiones y tiene que asumir sus consecuencias.

 

La salida de estos traidores del pueblo enaltece aún más la decisión de quienes nos quedamos a dar la lucha por los ciudadanos, y eso quedó demostrado el sábado pasado en el Monumento a la Revolución, donde más de 50 mil personas dieron la cara con nosotros en defensa de las conquistas democráticas.

 

caem