Dos reportes, más allá de las finas condiciones futbolísticas que han motivado al Real Madrid a desembolsar 110 millones de dólares a cambio del colombiano James Rodríguez.

 

El primero habla de que en la hora que siguió a la presentación del nuevo diez merengue, se vendieron 900 uniformes con su nombre. El segundo establece que en dos escasos días desde que se dio por hecho que el volante se mudaba al estadio Bernabéu, se han despechado más de 300 mil casacas con su dorsal.

 

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Más allá de las imprecisiones que pueden esconderse en cualquiera de las dos estimaciones, queda claro que el club de la capital española ha adquirido otra bomba mediática, con una diferencia respecto a las que le antecedieron: la cantidad de colombianos que viven en Madrid.

 

Así como la llegada de Cuauhtémoc Blanco a la Major League Soccer fue estratégica al margen del innegable salto de calidad que el mexicano dio al desempeño del Chicago Fire, la de James a la entidad merengue toca fibras sensibles de unos 300 mil colombianos que viven en España, deseosos de remediar algo de su añoranza a base de goles.

 

Hasta ahora el club que mejor había acaparado el mercado de los inmigrantes era el Atlético de Madrid. Un espléndido anuncio para captar socios entre las minorías ecuatorianas y colombianas, mostraba a un hombre escribiendo una carta a su familia en Sudamérica. Mentía sobre lo bien que le iba todo en el exilio: la supuesta suntuosidad del departamento, las oportunidades de trabajo, el respeto que le mostraban los en realidad racistas locales…, e incluso las victorias de un club que por entonces no ganaba nada. La ubicación misma del estadio colchonero, en una zona claramente multicultural, da para mayor identificación con quienes llegaron por un mejor futuro, y, de hecho, es común que la selección de Ecuador organice sus amistosos en el Calderón.

 

Lo de James cambiará todo, cuando menos, ante la afición colombiana. Ya en su presentación hubo en las gradas del Bernabéu miles de sus compatriotas cargando banderas nacionales.

 

El Madrid suele vender al año poco menos de millón y medio de uniformes. Justo para esta campaña subió el precio de su casaca de 80 a 85 euros, al tiempo que si llevan nombre y número han pasado de 90 a 97 euros. A partir de eso, la ecuación deja claro que la millonada pagada por James se amortizará por sí misma en cierto porcentaje.

 

En la clasificación de uniformes vendidos, los blancos disputan la cima con Manchester United (1.5 millones), seguidos por el Barcelona (1.2 millones), Chelsea (900 mil), Bayern Múnich (880 mil), Arsenal y Liverpool (ambos cerca de los 800 mil).

 

Suficiente ganancia ya ingresan los clubes con la publicidad y marca de su casaca, aunque la cantidad de prendas despachadas contribuye importantemente a hacer caja para pagar semejantes sueldos y traspasos.

 

En el primer partido, el del carisma y el golpe mercadológico, James ya ganó. Pronto viene el relevante, con una voraz competencia por la titularidad.

 

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