En los últimos cuatro meses el principal índice bursátil de la Bolsa Mexicana de Valores prácticamente no ha dejado de crecer. Desde mediados de marzo pasado a la fecha el IPC se ha incrementado en más de seis mil puntos, un crecimiento de 16%, alcanzando un nivel similar al que tuvo hace 15 meses, en abril de 2013.

 

Con todo, aún el índice bursátil no ha alcanzado el nivel máximo al que llegó el mercado accionario en enero de 2013, dos meses después de que Enrique Peña Nieto tomó posesión de la Presidencia de la República, en momentos en que el Pacto por México -el picaporte político del nuevo Presidente para impulsar su programa reformista- alcanzaba su cenit.

 

Ayer el IPC se acercó a esa marca. Cerró en 44 mil 9 puntos, a tan sólo 4.5% de distancia de aquellos 45 mil 912 puntos.

 

Si bien para algunos inversionistas los precios de las acciones de las principales empresas que cotizan en el mercado bursátil los consideran “elevados” en comparación con otros mercados, las condiciones externas y propias del mercado mexicano hacen prever que el crecimiento del IPC continuará en el mediano plazo.

 

Factores en el ámbito externo como la previsión del mantenimiento de tasas bajas hacia mediados de 2015, la confirmación de que está ganando fuerza el ritmo manufacturero estadunidense al inicio del tercer trimestre, mientras que el sector inmobiliario se recupera con mayor consistencia, o una lenta pero sólida mejoría en el ritmo de crecimiento de las grandes economías emergentes como China e India, configuran un entorno externo más favorable para las multinacionales mexicanas y para las exportadoras.

 

Pero son las expectativas de los inversionistas sobre los factores internos los que seguirán impulsando el mercado accionario en el resto del año. Desde la óptica de los capitales -con todo y el retraso en la aprobación legislativa de las leyes secundarias que generó cierta zozobra en el primer trimestre del año- el proceso de aprobación de las leyes en el Congreso está siendo terso políticamente y con avances sustanciales para la inversión en sectores intensivos en capital como las telecomunicaciones y la energía.

 

Así que el principal factor interno de impulso accionario proviene -en lo general- de un clima favorable a la inversión con las leyes ya aprobadas y las que se esperan en materia energética para los próximos días.

 

Ello abre nuevos sectores de negocios con gran potencial para la colocación de capitales en el mercado de valores, pero también genera un ambiente de gran dinamismo en el mundo corporativo a través de fusiones, compras, alianzas estratégicas o ampliación de cadenas productivas.

 

Un ejemplo reciente es la posibilidad de que Carlos Slim y Antonio Del Valle ejerzan su opción de compra del 47% que posee Lafarge en el joint venture que firmaron en Elementia, la productora de Cementos Fortaleza.

 

Incluso la anunciada venta de activos de Telcel y Telmex -de ser aprobada por la autoridad regulatoria- haría de esta operación una de las mayores en la historia corporativa de México y la más representativa de este periodo de reformas.

 

Otro factor interno relevante que ha movido el ánimo de los inversionistas es lo que consideran “inevitable” recuperación del mercado interno después de un largo periodo de atonía.

 

Hay una fuerte expectativa de recuperación del consumo interno -de hecho se espera que Walmart presente mejores ventas en julio- a raíz de una leve mejoría en las cifras del gasto de las familias y de una recuperación gradual del empleo. Junto a ello es esperada la recuperación del sector de la construcción y de la vivienda hacia el tercer trimestre, después de la crisis que vivió el sector en 2012 y 2013. Una expectativa basada en que “lo peor ya pasó” y, por lo tanto, el repunte estadístico es inevitable.

 

Así que las expectativas de los inversionistas para el mercado accionario son, diríamos, cautelosamente optimistas para rebasar el máximo histórico del IPC en el corto plazo.