Como ya se hizo costumbre en los últimos mundiales de Futbol, los mexicanos suelen ser no sólo una de las aficiones más alegres y ruidosas, sino también generadores de noticias chuscas y hasta vergonzosas en estos eventos internacionales. Desde aquel compatriota que orinó sobre la “Flama Eterna” del Arco del Triunfo en París y la apagó por primera vez en 77 años de arder ininterrumpida en homenaje a los caídos en la Segunda Guerra Mundial, hasta el otro mexicano que detuvo por primera vez el tren bala de Japón al activar sin razón el botón de emergencia, o los connacionales que en Sudáfrica le pusieron un sombrero de charro a Nelson Mandela, los aficionados mexicanos siempre han dado de qué hablar, en muchos casos de manera negativa.

 
Pero en este mundial de Brasil 2014 las noticias vergonzantes y penosas no sólo fueron de los aficionados que de todos los estratos sociales viajaron hasta el país de la samba a seguir el evento futbolero. A la triste y extraña nota de un joven mexicano que se tiró al mar alcoholizado en pleno crucero y no se volvió a saber de él, se han sumado ahora varios funcionarios públicos que también han desatado el escándalo al acudir a la justa mundialista y protagonizar también episodios vergonzosos.

 
El caso más sonado es el de los dos funcionarios panistas de la Delegación Benito Juárez en el DF que se encuentran detenidos en Fortaleza, Brasil, acusados de abusar, con tocamientos, de una mujer brasileña y de haber golpeado a su esposo por reclamar el abuso.

 
Aunque están siendo defendidos y asesorados por la Embajada de México en Brasil y falta conocer los testimonios de estos dos funcionarios públicos sobre el penoso incidente en que se vieron involucrados, todo apunta a que Rafael Miguel Medina Pederzini, quien funge como director general de Gabinete y Proyectos Especiales en la Delegación Benito Juárez, y Sergio Israel Eguren Cornejo, quien es director general de Desarrollo Delegacional en la misma demarcación, ambos ex diputados locales por el PAN, están en un severo problema, pues además de explicar el lamentable hecho del que los acusan, le han ocasionado ya un problema político al delegado panista Jorge Romero y al mismo panismo capitalino.

 
Porque más allá de que pudieran aclarar qué fue lo que pasó en esa trifulca en la que se vieron envueltos, el daño político está hecho desde el momento en que son dos funcionarios públicos que se tomaron vacaciones de tres semanas para irse al Mundial mientras desatendían sus cargos, y ni siquiera está claro si utilizaron presupuesto de la delegación para costear su viaje. La cercanía que tienen estos dos funcionarios con el delegado en Benito Juárez, que se ha referido a uno de ellos como “mi hermano”, hace sospechar que gozaron de vacaciones indebidas y de privilegios ilegales en este viaje.

 
El otro escándalo mundialista lo detonó el alcalde del PRI en Naucalpan, David Sánchez, quien en medio de una tragedia ocurrida en su municipio por el derrumbe de una vivienda en donde murieron cuatro personas, se dio el lujo de viajar a Brasil para asistir al partido entre México y Holanda el domingo pasado. Aunque el acalde afirma que sí atendió la emergencia el jueves 26 de junio por la tarde, para el viernes 27 por la mañana ya se encontraba volando a Fortaleza, junto con su secretario particular y el director de Desarrollo Social del municipio, lo que desató reclamos y acusaciones de los regidores de oposición.

 
Lo más grave del caso es que, aunque el acalde priista de Naucalpan dice que viajó “con mis propios recursos” hasta Brasil, hay registros de que abordó un avión privado en el aeropuerto de Toluca y en las fotografías que él mismo subió a las redes sociales durante su estancia en Fortaleza, aparece con una joven mujer que es directiva de una agencia que filmó una película de su último informe de gobierno. ¿Es decir que el alcalde Sánchez viajó sobornado por empresas contratistas de su ayuntamiento?

 
Al final los funcionarios tienen como principal obligación la transparencia y la ética en sus actividades y en el uso de los recursos públicos. Tal vez por eso el jefe de Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, antes de que empezara el Mundial reunió a todo su gabinete y les dio una orden específica y directa: “No quiero que nadie de ustedes ni de sus subalternos vaya a Brasil. Pueden tomar vacaciones, si tienen derecho en este periodo, pero nadie puede ir a Brasil para evitar escándalos”.

 
El último funcionario público que se vio involucrado en un escándalo mundialista fue el director de Fonatur en el sexenio calderonista, Miguel Gómez Mont, que protagonizó una riña junto con su familia en un palco de un estadio de Sudáfrica 2010. Eso le costó el cargo y un cese fulminante. ¿Pasará lo mismo con los nuevos funcionarios públicos envueltos en escándalos mundialistas?