Nuestra vida está inmersa en un constante movimiento, estamos formados por energía y ésta requiere del flujo para no estancarse; si se estanca se engarrota, se endurece, se pudre en ocasiones, de ahí que se desarrollan bloqueos que atoran esa posibilidad natural de fluir, de moverse. La mayoría de las personas cuando nos sentimos cómodas con lo que estamos viviendo quisiéramos que esa circunstancia de vida se mantuviera por mucho tiempo, que se prolongara, lo cual no siempre es posible ya que la naturaleza de la vida es el cambio constante, la vida en sí misma como la conocemos no es estática, es dinámica, se mantiene en constante movimiento, en un constante ir y venir.

 

Y es así como se va desarrollando, por lo tanto lo ideal es permitir y aceptar ese flujo, aunque lo que esté por venir no sea igual de agradable o confortable como aquello que no queremos dejar.

 

Lo ideal frente a esto es abrirnos al cambio; es en el flujo, en el cambio, en el movimiento que surge la transformación y muchas veces la evolución, y es ahí donde aprendemos, donde vienen los retos, el crecimiento interior y las transformaciones de vida. Es por ello que es importante no tratar de detener el movimiento, no aferrarnos ni querer controlar; parar un poco sólo para reflexionar  sobre las opciones que tenemos y así poder tomar decisiones sobre cuál será nuestra elección, el camino que creemos es bueno tomar para seguir permitiendo el flujo natural de la vida, para evolucionar y crecer, y así sentirnos más completos.

 

 

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Si nos abrimos al cambio y permitimos el flujo natural de la vida, con la conciencia puesta en ello, lo más seguro es que logremos enfocarnos en lo que realmente nos hace crecer y nos puede hacer sentir satisfechos, realizados o tal vez no, ya que el proceso puede ser en ocasiones doloroso.

 

Abrirnos al movimiento y darnos cuenta de ello, mantenernos presentes en lo que estamos sintiendo y viviendo nos permite experimentar un espacio dentro de nosotros de mayor claridad, evitando que nos perdamos en el ruido del pensar demasiado, de querer controlar, lo que nos aleja del vibrar con la vida tal cual es, con lo real, con el momento, con aquello que sí hay.

 

Fluir y dejar que la vida sea, permitir el flujo y el movimiento de la energía es una opción que podemos elegir, aceptando aun lo que no nos gusta, pues también eso forma parte de la vida y desde ahí también estamos conectados con ella.