Cuatro conclusiones nos está dejando el avance del grupo terrorista Estado Islámico (EI) en el norte de Irak:

 

  1. Continúan cohabitando el odio que produce la imposición radical de la religión, cuya coacción sangrienta nos traslada al medioevo, con el siglo de la revolución tecnológica, el XXI, el de la globalización transcultural.
  2. Frente a una composición multiétnica de chiitas, sunitas y kurdos, la conformación de un gobierno no incluyente es una apuesta segura al resquebrajamiento de la nación. Así lo demostró el hoy decaído Al Maliki, chiita; los kurdos apuestan por un gobierno más autónomo, tanto, que ya están pensando en organizar un referéndum secesionista, entre otros motivos, la explotación de sus recursos petroleros. Por su parte, los sunitas se sienten relegados por Bagdad. Son los “ganadores” de la desestabilización que generan los terroristas del Estado Islámico.
  3. Al presidente Obama le estalló el problema más incómodo para él: Irak. Recordemos que llegó al poder hace seis años criticando la ofensiva a Irak de su antecesor, George W. Bush, vinculando sin prueba alguna al grupo terrorista Al Qaeda con Sadam Husein.
  4. La eclosión de los terroristas del Estado Islámico tiene que ser ubicada en Siria y no sólo en Irak. Bachar al Asad, alauita (una derivación chiita) también ha aplicado una política sectaria que a largo plazo ha fragmentado al país. Terroristas del Estado Islámico están seguros que podrán instalar su califato en la parte norte de Siria.

 

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Para traducir los actos indolentes que se encuentran aplicando los terroristas del Estado Islámico (EI) en la región kurda de Irak es necesario domesticar a la modernidad a través de mitos fanáticos que se han acumulado a lo largo de los siglos, o si se prefiere, una especie de storytelling macabro narra las anécdotas de un grupo de “benévolos sabios” que intentan realizar una cruzada a través de Siria e Irak para establecer un califato en el que la sharia se convierta en el único conjunto de leyes que determine el tipo de moral islámica permitida. Así, no es difícil considerar a los adeptos de la religión preislámica yazidí como adoradores del diablo. Frente al escenario demencial las herramientas políticas que se tienen para resolver el problema son escasas.

 

En efecto, la franquicia medieval de la yihad que mantiene bajo control la segunda ciudad de Irak, Mosul, tiene la costumbre de degollar y colgar cabezas humanas sobre el cableado eléctrico porque, en vida, se resistieron a formar parte de una arquitectura moral propia de un califato.

 

Un rasgo que vincula la naturaleza medieval del Estado Islámico con los espectáculos transmodernos es el uso de las redes sociales. Degollamientos públicos, crucifixión de infieles, fusilamientos masivos, enterramientos de mujeres y niños vivos y disparos a cuerpos con vida que de manera inmediata arrojan a los ríos, entre un nutrido menú de terror, se convierten en hashtag para cibernautas que viven en la zona o inclusive en Estados Unidos y Europa. (En México existe una abrumadora indiferencia por lo que está ocurriendo actualmente.)

 

Bajo la estela de lo que parece un cuento macabro o medieval, el Estado Islámico ya tiene bajo su control ciudades sirias como Alepo y Raqa, y ahora, en Irak, desdoblan su gobierno teocrático en Mosul, Tikrit, Faluya y Suleimaniya.

 

Los sunitas se han convertido en los “ganadores” de la desestabilización en la zona, ya que desde que murió una de sus figuras, Sadam Husein, poco a poco han ido perdiendo poder y, lo peor, se han ido sintiendo despreciados por los chiitas. Así lo demostró el primer ministro Al Malaki, quien recibió la semana pasada un golpe técnico pues no logró conformar un gobierno teocráticamente plural (como lo querían los sunitas) y políticamente democrático (como lo deseaba Estados Unidos).

 

El presidente Obama no se equivocó al ordenar los ataques aéreos en contra de los terroristas del Estado Islámico. Quienes han actuado con dudas son Francia y Alemania. Sabemos que frente a este tipo de conflictos, la Unión Europea se rompe. No hay unanimidad cuando de intervenciones se trata. Existen posiciones indolentes, como la británica. El premier David Cameron evita referencia alguna sobre el tema debido a su interés de reelegirse el próximo año. Otros mandatarios se encuentran de vacaciones. Lo mejor, al parecer, es no molestarlos. Se enteran a través de tuits.

 

Como sucede con las tragedias humanitarias, nunca se actúa a tiempo. El plan de ruta de los terroristas lo presentaron hace dos meses.

 

Estados Unidos ha ayudado a los peshmergas (fuerza armada kurda) a recuperar ciudades o instalaciones estratégicas durante las últimas horas; el siguiente paso es ayudar a los desplazados a sobrevivir largos recorridos bajo condiciones climatológicas infernales: 50 grados centígrados.