¿A quién le sirve el lodazal electoral? ¿Quién gana y quién pierde con las batallas de lodo en la campaña presidencial?

 

Las anteriores son preguntas elementales que se formulan no pocos ciudadanos de a pie, al ver asustados el lodazal en el que entró el proceso electoral presidencial.

 

En el primer caso, está claro que el PAN, el gobierno de Felipe Calderón y su candidata presidencial, Josefina Vázquez Mota, decidieron por una estrategia de emergencia –la guerra de lodo–, ante el precipicio al que se aproxima la candidata de los azules.

 

Y es que los estrategas de La Jefa creen que desprestigiando al puntero de la contienda, Enrique Peña Nieto, le arrebatarán simpatías, potenciales votos y que, al mismo tiempo, ofrecerán una alternativa a los votantes indecisos. En otras palabras, que con la lucha de lodo, pretenden impedir que Peña Nieto siga creciendo y que, al mismo tiempo, recuperarán terreno para alejarse del tercer lugar.

 

Lo que no entienden los estrategas azules, no quieren ver o nadie les ha dicho, es que en la peculiar democracia electoral mexicana, la “guerra sucia” o “guerra de lodo” tiene momentos y objetivos perfectamente claros y que, el momento que vive la señora candidata y su partido, no son los mejores para una estrategia como esa. ¿De qué estamos hablando?

 

Primero, que la guerra de lodo es un poderoso cuchillo capaz de cotar en dos una candidatura.

 

Segundo, que pareciera que los azules no entienden que ese poderoso cuchillo tiene doble filo y que, si no se utiliza de manera adecuada, su efecto puede ser contrario y reversible.

 

Y, tercero, que todos los indicios apuntan a que eso es lo que está pasando con la guerra de lodo; que se ha revertido el efecto negativo para Josefina.

 

Es decir, que a partir de que los “genios azules” la emprendieron contra el puntero de la contienda, sectores amplios de electores vieron con miedo la nueva cara de la señora Vázquez Mota, ya que la colocan en el mismo lugar que en 2006 ocupó AMLO; el de candidato violento, belicoso, peleonero y pendenciero.

 

Y es que el grito de “¡Peña Nieto Miente!” –sea cierto o no–, en realidad parece la versión moderna del “¡Cállate Chachalaca!”, que asustó a no pocos electores y le costó caro a López Obrador en 2006.

 

Pero además, contrasta el hecho de que mientras el PAN aparece como el partido peleonero y violento de la contienda, el candidato Andrés Manuel López Obrador recolecta los beneficios y prefiere recorrer el país convertido en la moderna versión de “la madre Teresa de Calcuta”, que prodiga amor, que propone abrazos antes que balazos y que pregona “no enlodar a nadie”, para ganar votos.

 

Y si se quiere ver el primer corte de caja, ahí están las encuestas. El primer reporte sobre quién gana y quién pierde con la guerra sucia y a quién le sirven las batallas de lodo, muestran que no le han pegado de manera sustantiva –por el momento–, a Peña Nieto. En cambio, el PAN no logra detener la consistente caída en las preferencias electorales. Y el verdadero candidato ganancioso se llama Andrés Manuel López Obrador, que ya ocupa el segundo lugar, junto con la señora Josefina.

 

OTRO GOLPE FALLIDO.

 

Pero vale preguntar: ¿De dónde viene la estrategia seguida por el PAN, y por qué su equivocada aplicación?

 

En otros espacios nos hemos ocupado de la novedosa estrategia electoral conocida como “estrategia Macri”. Es decir, el diseño empleado por el empresario del futbol, Mauricio Macri, para convertirse en alcalde de la capital Argentina.

 

Resulta que sin más experiencia político electoral que lo que venía en los medios, Macri decidió convertirse en alcalde y luego en presidente. Para ello convocó a especialistas de distintas disciplinas, hasta que un grupo de jóvenes universitarios diseñaron una novedosa estrategia de campaña, consistente en exhibir los errores, fallas y mentiras del gobierno en turno.

 

De esa manera, Macri contrató a reporteros novatos que investigaron a fondo la gestión del gobierno saliente de la capital, y el resultado fue toda una revolución mediática. Macri convocaba a conferencia de prensa en tal o cual instalación, y sólo denunciaba lo que se había hecho mal, el costo elevado de tal o cual obra, las fallas y los incumplimientos. Es decir, realizaba el trabajo de los periodistas, y lo denunciaba, para que los medios lo retomaran y lo difundieran. Macri arrolló en las elecciones y se convirtió en alcalde y luego en candidato presidencial, en donde perdió.

 

Como queda claro, los genios del PAN pretendieron hacer lo mismo, utilizar la estrategia “Macri”, sólo que en otro contexto. Y es que Peña Nieto no es gobernante, su gobierno fue bien calificado en el Estado de México, al grado que impuso cómodamente a su sucesor. Peña Nieto no es un político en desgracia y su partido no es un partido en problemas. Y peor, Peña Nieto es hoy, acaso, el político más conocido, más aceptado y con mayores activos políticos y electorales a favor.

 

En otras palabras, que la “estrategia Macri” no funciona y al parecer no funcionará en el caso mexicano y menos en el de Peña Nieto. ¿Por qué?: Porque las realidades son muy distintas. En cambio, la estrategia de guerra emprendida por los azules, hará ver al PAN y a la señora Vázquez Mota –muchos ya los ven así–, como un partido y una candidata desesperados, capaces de cualquier cosa, con tal de ganar. Y un partido en crisis y unos candidatos desesperados, trasmiten miedo a los electores.

 

Acaso por eso, el ganador es AMLO. Pero López Obrador ya vivió esa experiencia, y aprendió la lección. El PAN ni aprende ni entiende.

 

¿SE ACUERDAN?

 

Igual que hoy, hace seis años, Andrés Manuel López Obrador buscaba justificar sus errores de campaña.

 

En esos días, López decía que Televisa le quería ganar la Presidencia con una campaña de televisión y que –según él –, con su programación apoyaba al candidato del PAN, Felipe Calderón.

 

No hace falta ir muy lejos para notar que es el mismo discurso que defiende ahora, sólo que en vez de azul, Obrador asegura que televisa se pintó de tricolor.

 

Por cierto, hace exactamente seis años, Andrés Manuel aseguró que “en su encuesta” iba 10 puntos arriba.

 

Hoy todos saben en qué terminó esa farsa.

 

ricardo.aleman@24-horas.mx | @ricardoalemanmx

 

One reply on “El lodazal”

Comments are closed.