Estamos empezando la temporada grande de la apertura de los precios de las gasolinas para pasar de la pavimentada carretera de los combustibles subsidiados con recursos públicos al cambio abierto y sinuoso de los precios de mercado.

 

Pero no hay que preocuparse porque vamos a llegar a la liberación energética con unos extraordinarios amortiguadores fiscales que harán que nuestros autos sean unos “todoterreno” y no resentiremos tanto ese mercado abierto.

 

La tercera fase de liberalización de los precios inició ayer en Baja California Sur, Durango y Sinaloa. Ya previamente toda la franja de la frontera norte estaba en este esquema. Y para el último día de noviembre, dentro de un mes, se liberará el precio en la mayor parte del país, incluida la Ciudad de México. La península de Yucatán se incorporará a esto de los precios de mercado a finales de diciembre.

 

La liberación implicará que cada una de las estaciones de servicio que quieran competir fijará el precio de los combustibles que expenda con base en sus costos.

 

Desde el precio al que consigan las gasolinas, hasta el costo de transporte y la renta del local donde las expendan. Cada quien sus precios y sus estrategias de mercadotecnia.

 

Pero eso sí, cualquier variación abrupta en los precios estará controlada por el gobierno, como en los viejos tiempos paternalistas.

 

El Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) es la red de protección fiscal que se ajustará dependiendo los precios diarios de las gasolinas para que los apapachados automovilistas de este país no sufran lo que ocurre en la mayor parte del planeta y se paguen los combustibles al precio que indique un mercado tan volátil.

 

Entre los demonios que todavía nos persiguen de aquellos días en donde Papá Gobierno nos procuraba todo, sólo a cambio de un voto y obediencia, está ése que nos quiere convencer de que somos merecedores de gasolina subsidiada.

 

Más cuando hay partidos políticos llamados de izquierda que viven de calentarle la cabeza a las clases medias con aquello de que es mejor quitar recursos públicos de los programas sociales para los más pobres y dedicarlos a que los que tenemos auto podamos rellenar nuestros tanques con ese dinero. A eso le llaman ser progresista.

 

Ahora, hay que dejar en claro que hoy no se aplican subsidios directos a los precios de las gasolinas como se hizo durante tanto tiempo, hasta 250 mil millones de pesos en un año, pero el IEPS ha funcionado como subsidio indirecto.

 

Pero una de las ofertas de campaña que más vamos a escuchar es que regresen los precios de las gasolinas a los niveles previos al gasolinazo y eso sólo se logra con subsidios públicos. Mentira que con la construcción de decenas de refinerías públicas, eso es una patraña.

 

Así que cada vez será más sencillo llenar el tanque en alguna estación de servicio de ésas que tienen nombres como las de Estados Unidos. Pero cada litro vendrá suavizado con un IEPS diseñado para no provocarle al gobierno un suicidio político.

 

 

 

caem