Hoy hablamos de Donald Trump, pero hubo tiempos peores.

 

Fue en 1986.

 

México cruzaba aguas turbulentas de devaluaciones, inflación, presiones de Estados Unidos y duras renegociaciones de la deuda externa para poder sobrevivir.

 

En México, el presidente Miguel de la Madrid estaba aturdido con problemas internos y externos, mientras Jesús Silva Herzog negociaba como podía nuevas líneas de financiamiento.

 

De la Madrid retuvo a Silva Herzog tras la salida de José López Portillo con la pretensión de no evitar cambios súbitos y generar confianza en el extranjero.

 

Pero en 1986, Silva Herzog estaba agotado.

 

El portafolio mexicano no daba para más.

 

Acudió en busca de dólares y se encontró con un secretario del Tesoro, James Baker, sumamente reacio a proporcionar más financiamiento y le pidió garantías.

 

-La factura del petróleo. No tenemos más –le dijo Silva Herzog.

 

-Sí tienen más. Tienen a Petróleos Mexicanos (Pemex) –lo orilló Baker-; póngalo de garantía.

 

-Hipotecar Pemex es quitarle el escudo nacional a la bandera. Eso es imposible –se defendió Silva Herzog.

 

CORRIDO CUANDO SE NEGÓ A PAGAR A EU

 

Pero hubo más.

 

Todavía en junio de 1986 y siendo secretario de Hacienda, entrevisté a Jesús Silva Herzog en el hotel Camino Real de Polanco cuando ya no había recursos para pagar la deuda.

 

-¿Qué va a hacer, don Jesús?

 

-Nuestro último recurso: declarar la moratoria.

 

-México nunca ha caído en moratoria –le contesté.

 

-Pues estamos en vísperas –me contestó y llevó la nota al periódico donde yo trabajaba entonces y Héctor Aguilar Camín desmenuzó el texto y, valor suyo, le dio la principal.

 

-La estiraste mucho –me dijo Aguilar Camín.

 

Pero nadie como Jesús Silva Herzog ha sentido la presión del Imperio ni nadie más ha estado a punto de llevar al país a un hecho histórico: no hay recursos, no pagamos.

 

Lo recuerdo ahora y recuerdo cuando, hace un par de años, Silva Herzog y yo analizamos frente a dos tazas de café cómo México estuvo al borde de la moratoria y él remató la plática con referencia a Pemex y al escudo nacional:

 

-Yo no iba a derrochar lo que hizo mi padre con la expropiación del petróleo.

 

¿Lo entenderán los políticos actuales?

 

Más personal: ¿lo entenderá Luis Videgaray?

 

Y SALINAS DESATASCÓ AQUEL CONFLICTO

 

1. En julio de 1989 entrevisté en La Plaza Mayor de Madrid al presidente Carlos Salinas.

 

Durante la víspera, en una cena cerrada a la prensa con banqueros y miembros de Gobierno español, narró las difíciles negociaciones de la deuda externa mexicana.

 

-Estamos como en 1986, en graves problemas –les dijo.

 

Yo me acerqué con una pregunta:

 

-Aquéllos fueron tiempos de Miguel de la Madrid y Jesús Silva Herzog. Hoy usted enfrenta la negativa de los banqueros estadunidenses, en especial el Citicorp.

 

-Ellos hacen su esfuerzo; nosotros hacemos el nuestro –me contestó.

 

Y hubo renegociación con José Ángel Gurría, y México no cayó ni antes, ni después ni ahora en la suspensión de pagos.

 

2. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) echa campanas: su candidato Alfredo del Mazo ya repunta en el Estado de México.

 

Enrique Ochoa ve la joya de las coronas electorales cerca.