Qué encanto de personaje es Arturo López Obrador, uno de los cinco hermanos de Andrés Manuel.

 

Al escuchar algunas de las entrevistas que ofreció ayer (a Ciro Gómez Leyva y a Joaquín López Dóriga en Radio Fórmula, entre ellas) nos quedamos con un delicioso sabor de boca.

 

Porque vaya que la situación pintaba complicada:

 

Andrés Manuel había acusado públicamente a Arturo de “traidor” por apoyar al priista Héctor Yunes para el gobierno de Veracruz, y Arturo le contestó (en entrevista con El Universal) que actuaba como un “tirano”.

 

Luego de semejante cruce de acusaciones uno hubiera esperado que Arturo, al aceptar las entrevistas, arremetiera contra Andrés Manuel de mala manera y se desbordara en calificativos en su contra.

 

No fue así. Arturo –a quien no conocíamos ni habíamos escuchado nunca–, ¡claro que rebatió los dichos de su hermano!, pero lo hizo con moderación, con naturalidad, con encanto –hasta bromas hizo–, con candor incluso y, sobre todo, con gran cariño.

 

Creo que eso fue lo que desarmó en un momento dado a algunos de sus entrevistadores que buscaron insistentemente que Arturo descalificara y hablara mal de su hermano.

 

Y sí, ciertamente dijo cosas, pero sin ese tono acusatorio o canalla que algunos hubieran deseado.

 

Sobre el origen del diferendo –su apoyo a Héctor Yunes–, Arturo explicó con sencillez por qué él (ingeniero civil que nunca ha hecho una obra al gobierno) apoyaba al priista.

 

Palabras más, palabras menos, contó que viven muy cerca uno del otro, que lo conoce desde hace años, que vive en una casa modesta y que le parece una buena persona.

 

“Personas buenas –precisó para Andrés Manuel– hay en todos lados y en todos los partidos”.

 

Respecto al calificativo que le soltó de “traidor”, le pidió a su hermano con buen humor –retomando incluso una frase de él– que se “serenara”, que no todos tienen que pensar como él.

 

El más fuerte (y doloroso) de los comentarios de Arturo tiene que ver con algo que ya otros cercanos al ex candidato presidencial han observado: Que Andrés Manuel no es un hombre agradecido (ese defecto, por cierto, lo menciona Elena Poniatowska en su libro sobre el plantón de Reforma, Amanecer en el zócalo).

 

Esa fue la parte más dura en las entrevistas. Mencionar el hecho de que no reconoce el apoyo que le han dado sus hermanos a lo largo de los años.

 

Pero en general, Arturo antepuso el amor de hermanos y zanjó la historia así: “Nos queremos mucho, somos seis hermanos, somos veracruzanos, de aquí eran nuestros padres, estoy seguro de que reflexionará sobre lo que dijo…”

 

Y a propósito de si pensaba que a México le iría bien si Andrés Manuel llegara a la Presidencia de la República, contestó con naturalidad: “Yo creo que sí… le ha dado dos veces la vuelta al país, lo conoce mejor que nadie, yo creo que le iría muy bien a México…”

 

En suma, nada de gritos ni sombrerazos, ni exigencias de disculpas públicas ni nada parecido. Un reconocimiento al líder social, pero también un reclamo amoroso al político…, y al hermano.

 

Una delicia, pues, don Arturo López Obrador.

 

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El PT paga facturas por su sobrevivencia.- Lastimoso el papel del Partido del Trabajo. Paga al gobierno el que lo hayan (tramposamente) revivido haciéndole al PRI trabajos sucios.

 

Lo hizo en Colima y ahora en Oaxaca, según observó el coordinador de la bancada perredista en la Cámara de Diputados, Francisco Martínez Neri, ante la salida del PT de la coalición (originalmente PAN-PRD-PT) en Oaxaca y la postulación del ex perredista Benjamín Robles como su candidato.

 

Es un acto “perfectamente planeado por el PRI” para descarrilar la alianza del PAN-PRD en Oaxaca para la gubernatura y favorecer así al priista Alejandro Murat, acusó el ex rector de la Universidad Autónoma Benito Juárez.

 

Probablemente tiene razón. Pero como dirían en mi tierra, se lo buscaron… (con el cochinero que hicieron en la elección de su candidato a la gubernatura).

 

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GEMAS: Obsequio del dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya, ante las presiones para que suspenda los spots en que aparece: “La normalidad es que en todo el mundo democrático el vocero de cada partido sea su presidente”.