A 105 años de su nacimiento, el filósofo mexicano Leopoldo Zea es recordado por sus aportaciones a la idea de una América Latina unida y a la de una cultura hispanoamericana, lo cual retrató en su tesis de maestría “El positivismo en México”, obra con la que rastreó el origen del pensamiento positivo de su país.

 

 

Leopoldo Zea Aguilar nació el 30 de junio de 1912 en la Ciudad de México, en el seno de una familia de origen humilde, reseña su perfil publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), ahora Secretaría de Cultura federal.

 

 

Comenzó su formación en la primaria de los hermanos La Salle, donde obtuvo una beca para estudiar. Tiempo después ingresó a la Escuela Secundaria Nocturna y a la Escuela Nacional Preparatoria, indica el sitio web “cialc.unam.mx”.

 

 

En 1936 se matriculó en la Facultad de Derecho y en la de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el turno matutino y vespertino, respectivamente. Nos obstante, abandonó sus estudios en derecho para seguir su vocación humanística.

 

 

En 1943 obtuvo el grado de maestría en Filosofía, por su trabajo “El positivismo en México”, con la distinción “Magna Cum Laude”. Un año después se doctoró con la tesis “Apogeo y decadencia del positivismo en México”, que aprobó con la distinción “Summa Cum Laude”.

 

 

En 1945 recibió una beca de la Fundación Rockefeller, que le permitió visitar diversos centros culturales y educativos de Estados Unidos y América Latina, con el fin de continuar sus estudios acerca del pensamiento latinoamericano.

 

 

También recibió una beca de la Universidad de Harvard y colaboró en el proyecto colectivo “Historia de las ideas contemporáneas en América”, que coordinó el historiador y diplomático Silvio Zavala.

 

 

Durante sus viajes conoció a pesadores como el cubano Raúl Roa (1907-1982); los argentinos Francisco Romero (1891-1962) y José Luis Romero (1909-1977); el venezolano Mariano Picón Salas (1901-1965); el uruguayo Arturo Ardao (1912-2003); el brasileño Joao Cruz Costa (1904-1978), y el peruano Francisco Miró Quesada (1918).

 

 

Leopoldo Zea fue catedrático, investigador, analista, difusor, funcionario e inspirador de múltiples empresas culturales, así como de proyectos como el llamado “Grupo Hiperión”, conformado por alumnos y profesores de la UNAM.

 

 

Desde 1944 impartió la cátedra de Filosofía de la Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde fundó el Seminario de Historia de las Ideas en América (1947), de la que fue director de 1966 a 1970.

 

 

Además, fue designado investigador de tiempo completo del Centro de Estudios Filosóficos (1954), fundó el Colegio de Estudios Latinoamericanos (1966) y el Centro Coordinador y Difusor de los Estudios Latinoamericanos (1978).

 

 

También fue director de las revistas “Historia de las ideas en América” (1959-1961) y “Deslinde” (1968-1970), así como de las colecciones “México y lo mexicano” (1952) y “Latinoamérica” (1978).

 

 

Es de mencionar que con el apoyo del filósofo español José Gaos (1900-1969) obtuvo una beca de La Casa de España en México, ahora El Colegio de México, la cual le permitió dejar de trabajar y dedicarse de manera exclusiva a los estudios filosóficos.

 

 

A lo largo de su trayectoria recibió múltiples distinciones, entre ellas, los premios Nacional de Ciencias y Artes 1980, en el área de Filosofía, y el Interamericano de Cultura “Gabriela Mistral” 1987, que otorga la Organización de los Estados Americanos (OEA), además consiguió el cargo de Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa de la UNAM.

 

 

Leopoldo Zea, quien falleció el 8 de junio de 2004, fue autor de más de 50 títulos sobre el estudio de las ideas y la realidad del hombre americano. En una autobiografía que publicó en la revista “Anthropos” (1988) escribió que su preocupación central era “la de engarzar el pensamiento o filosofía hispana, ibero o latinoamericana en el contexto del pensamiento sin más, de la filosofía como una expresión más de un quehacer que no se limita a una región de la tierra”.

 

 

A decir de la crítica especializada, su trabajo coincide con el existencialismo en la idea de que no existe una naturaleza humana inalterable, sino que el hombre es un ente temporal e histórico, según el portal electrónico “biografiasyvidas.com”.

 

 

Bajo esa premisa, Zea señaló que el hombre americano se expresa a través de diversas formas de cultura que es preciso evidenciar: expresiones propias de un ser humano bajo determinadas circunstancias que son válidas para otros hombres que se encuentren en coyunturas parecidas.

 

 

Entre sus obras figuran “Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica” (1949), “América como conciencia” (1953), “América en la historia” (1957), “El pensamiento latinoamericano” (1965), “Filosofía de la historia americana” (1976) y “Discurso desde la marginación y la barbarie” (1988).

 

 

grg