WASHINGTON. No se acaba con una rivalidad de medio siglo de la noche a la mañana. Se requiere tiempo y paciencia. Después de varios avances significativos en política exterior, el presidente Barack Obama tiene ahora que tratar de convencer a los escépticos en casa sobre los cambios en relación con Irán y ahora Cuba.

 

Obama regresó a Washington tras su histórico encuentro con el presidente cubano Raúl Castro en la Cumbre de las Américas en Panamá, pero el mandatario seguramente tendrá que enfrentar a un Congreso menos dispuesto a ayudarlo.

 

Para completar el acuerdo nuclear con Irán, Obama tiene primero que lidiar con el Congreso y la imprevisibilidad de los líderes iraníes, que hasta ahora tienen una interpretación diferente de lo que las partes han acordado hasta ahora.

 

Cuba e Irán ofrecen a Obama, cuyo período concluye a principios de 2017, el potencial de coronar su legado. Irán pudiera resultar un reto mayor que el de Cuba, pero juntos provocan que la política exterior del mandatario sea sometida a un nivel de escrutinio poco común.

 

Obama dejó en claro en la conferencia de prensa celebrada el sábado ya tarde en Panamá que puede salir airoso de los dos retos. En el caso de Cuba, el público estadunidense está de su parte, dijo el presidente y dirigió palabras duras a los republicanos que se le enfrentan por Irán.

 

Los dos asuntos tienen sus raíces en quejas que se remontan a varios decenios. En Estados Unidos hay electores muy cercanos a los dos asuntos con una profunda desconfianza en los gobiernos con los que Obama negocia. Los norteamericanos que defienden a Israel no pueden concebir un Irán que no reconozca la existencia del estado judío. Durante muchos años, los cubanoestadunidenses que escaparon de la revolución de Fidel Castro no pudieron imaginar a un gobierno estadounidense no comprometido con derrocar al gobierno de La Habana.

 

Por otra parte, Cuba está muy lejos de ser la clase de reto que pudiera ser Irán. La opinión pública ya no demoniza a Cuba y, a final de cuentas, los esfuerzos de Obama por normalizar las relaciones con La Habana parecen ser el problema menos complejo.

 

En el caso de Cuba, “no hace falta persuadir al pueblo estadounidense”, dijo Obama.

 

Sin embargo, hay señales de que no todos los obstáculos han desaparecido.

 

En un largo discurso en la cumbre, Castro recitó una letanía de objeciones a las políticas pasadas del gobierno estadunidense. En el salón donde Obama y Castro se reunieron no estaban las banderas de ambos países, como es tradicional en las reuniones bilaterales, un fuerte recordatorio de la ausencia de relaciones diplomáticas.

 

El próximo paso de Obama es sacar a Cuba de la lista estadunidense de países que apoyan el terrorismo. Tal decisión, recomendada por el Departamento de Estado, pudiera ocurrir en los próximos días. Obama entonces tendía que notificar al Congreso, pero los legisladores no están obligados a ratificar la decisión y tienen 45 días para desaprobarla.

 

Si se intenta tal voto, probablemente no saldría adelante, pero el tema se coloca en el candelero en momentos que los candidatos a las elecciones presidenciales de 2016 comienzan a entrar en el ruedo.

 

Florida, que una vez fue el centro del activismo anticastrista, es un estado clave en los comicios presidenciales y algunos candidatos republicanos tratarán de ganar terreno acusando a Obama de debilitar la posición de Estados Unidos en el mundo.

 

Washington y La Habana todavía no han retomado las relaciones diplomáticas. La desconfianza disminuye sólo lentamente. Y aún hay puntos de vista muy diferentes sobre los principales temas políticos.

 

La Casa Blanca no parece muy preocupada por las consecuencias políticas del acercamiento a Cuba, dado que el apoyo a eliminar más de 50 años de aislamiento estadunidense a la isla cruza líneas partidistas y geográficas.

 

Tarde o temprano, sin embargo, volverán a abrir embajadas en sus respectivas capitales. Porque ambas partes están interesadas. Los estadunidenses persiguen objetivos políticos: quieren normalizar relaciones con todos sus vecinos del sur. Cuba necesita abrirse a sus vecinos del norte por cuestiones económicas. No importa lo rápido que sea, el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba continuará.

 

“Quizás la diferencia más importante es que aunque Irán es un asunto de seguridad, hoy Cuba es lo contrario”, dijo Carl Meacham, ex alto asistente republicano de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y ahora director del Centro de Estudios de Seguridad e Internacionales. “Si el presidente saca a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, demostrará que Estados Unidos ya no puede mirar a Cuba razonablemente como una amenaza a nuestra seguridad”.