No hace muchos meses, el Estado Islámico (EI) recibía 72 tuits por cada mensaje que escribía a través de una cuenta árabe. En @ActivelHashtags, donde se publican los hashtags más populares, servicios de inteligencia estadunidenses encontraron la punta del iceberg. Paradójicamente, el arma de destrucción masiva que está utilizando el Estado Islámico son las redes sociales.

 

El equipo digital de los terroristas conoce las tendencias globales y las modas de la comunicación. Por ejemplo, durante el pasado Mundial de Futbol, el EI compartió comentarios a través de hashtags como #Brazil2014, #France, #ENG y #WC2014. No sólo eso, el EI desarrolló una app llamada The Dawn of Glad Tidings (muchos la conocen simplemente como Dawn, Aurora) con la que sus miembros se enteraban de las últimas noticias sobre grupos yihadistas.

 

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La velocidad en la comunicación seduce, y ésta derrite la ansiedad de europeos y estadunidenses cuyo estado de ánimo embona con una oferta “idílica” de los terroristas.

 

El califato que intenta desdoblar el EI en Irak y Siria es sólo la bandera. La realidad es que el EI intenta convertirse en un ejército global en contra de las “malas” causas (occidentales). Entonces, la referencia del EI tiene que interpretarse de manera polisémica. Su eje transversal es el miedo.

 

Abu Bakr al Bagdadi, la cabeza visible del EI, aplica teorías de comunicación avanzadas que no hace mucho tiempo desplegó Estados Unidos, en particular, Colin Powell creando un guion ficticio con el que justificó la invasión a Irak para derribar al dictador Sadam Husein. Powell construyó un vínculo entre Al Qaeda con Husein. Eligió a Abu Musad al Zarqawi como un personaje mitológico.

 

Al Bagdadi también es un mito. El cuento (storytelling) narra que su persona encarna el regreso del profeta Mahoma. Él mismo lo asegura. Al Bagdadi fue capturado por el ejército estadunidense en 2005 en Irak y permaneció cinco años en la cárcel reconocida como Bucca Camp, el sur del país. En su libro El fénix islamista, Loreta Napoleoni asegura que “en la cárcel mantuvo un perfil muy bajo, engañando a los estadunidenses en cuanto a su potencial de líder”. Al salir de ella, Al Bagdadi le dijo a un militar estadunidense: “Nos vemos en Nueva York”.

 

La comunicación digital del Estado Islámico ha desplegado de manera óptima su campaña de terror. Ya no es la CNN la que impacta en la audiencia global con la transmisión de guerras en tiempo real, como lo comenzó a hacer en la invasión de Irak a Kuwait. Ahora las redes sociales representan la puerta de entrada de anónimos deseosos de popularidad a través del espectáculo de la destrucción.

 

Por primera ocasión desde la Primera Guerra Mundial, el mapa se mueve precipitadamente en Oriente Próximo pero trastoca el mapamundi que desdobla el Pentágono. El 11 de septiembre de 2001 nació un nuevo calendario, el de la vulnerabilidad global. Cómo no agradecerle al azar el haberle jugado una mala broma a Sid Ahmed Ghlam, quien se disparó accidentalmente a sí mismo en un puente sobre el río Sena en París. Su instinto de salvación le hizo marcar el número telefónico de una ambulancia, y unas horas después, la policía encontraba un arsenal en su departamento. Su intención: cometer dos atentados en el interior de iglesias parisinas.

 

Al parecer, existe un ejército de mudos que desean participar en el grupo que encabeza el designado por el profeta Mahoma. The Guardian publicó al inicio de semana que Al Bagdadi fue herido de gravedad durante un ataque de la aviación estadunidense. La pregunta es: ¿cuántos sucesores de Mahoma existen en el planeta Tierra?

 

El EI se enreda y como tal dificulta la tarea policiaca de adelantarse a sus actos bárbaros.