En la mayoría de las casas tenemos un espejo, al menos en el baño, donde nos vemos todas las mañanas al levantarnos o para arreglarnos. Pero, ¿te has detenido un momento a pensar cómo es que te ves al espejo?, ¿te gusta lo que ves?, ¿te gusta lo que te refleja de ti? O tal vez eres de las personas que ni si quiera resisten ver su imagen al frente.

 

Detente un poco a pensar y date cuenta: ¿cómo te ves tú?, ¿qué es lo que sucede dentro de ti en ese momento?, ¿te ves con amor?, ¿te juzgas o simplemente quieres cambiar algunas cosas?,  ¿te aceptas simplemente como eres, tal cual? ¿O crees que necesitas ser diferente a lo que está enfrente de ti?

 

Vale la pena preguntarte cómo te ves a ti mismo en el reflejo del espejo. Te invito a que hagas un alto y te des un espacio para sentirte y darte cuenta qué ves, cómo te ves y qué te dices cuando te ves. ¿Realmente te gustas? También fíjate en cómo te hablas.

 

¿Eres amoroso o eres duro contigo? Tal vez en un principio te cueste trabajo sólo el resistir ver tu imagen, pero poco a poco, si te lo propones, puedes hacer este sencillo ejercicio que apuntale tu autoaceptación y autoestima; poco a poco puedes ir aceptando lo que está frente a ti reflejado. Empieza viendo la imagen y sonríete, aunque sea un poco, y si te es posible dite a ti mismo: “Te quiero tal cual eres”.

 

Louise Hay, una gran escritora sobre temas de autocrecimiento propone un ejercicio diario para trabajar la aceptación con nosotros mismos desde la imagen en un pequeño espejo de bolsillo, y recomienda lo siguiente: que nos demos la oportunidad de abrir diariamente ese espejito (que podemos traer en la bolsa) para vernos y aprender a hablarnos amorosamente.

 

Si en principio te cuesta trabajo, sólo dile a la imagen eso justamente: que te cuesta trabajo hablarte desde el amor, pero que estás haciendo un esfuerzo por cambiar esto, y poco a poco vas integrando la siguiente oración: “¿Sabes? (dices tu nombre) te quiero mucho, te acepto tal cual eres…”

 

Y recuerda siempre que te estás hablando a ti mismo, practicando esto diario una vez al día vas a ir integrando lentamente en tu día a día ese pequeño diálogo de amor hacia ti mismo. Después de unos 15 o 20 días trata de ver si algo ha cambiado en ti, lo mismo respecto a tu autoaceptación y amor personal.

 

Sucede que muchas veces somos unos jueces muy duros con nosotros mismos y este tipo de ejercicios sencillos nos ayudan a irnos recuperando poco a poco a través del amor, usando palabras más dulces hacia nosotros mismos.

 

Si te late el ejercicio pruébalo y ve si existe un cambio en ti. Esto también se lo podemos enseñar a nuestros hijos para generar en ellos la autoaceptación y fortalecer su autoestima.

 

En ellos el efecto puede ser más rápido y muy positivo si lo hacemos a temprana edad, pues estamos ofreciéndoles herramientas sencillas, potentes y positivas para que puedan ser personas con mayor cantidad de recursos interiores de los que pueden echar mano para enfrentar la vida ahora y en un futuro.

 

Inténtalo. Daño no hace, sino al contrario.