Aunque el encabezado resulte idóneo para el escándalo, la información no parece tan relevante o sorprendente: que 25 jugadores que disputaron el Mundial de Sudáfrica 2010, recibieron permiso para ingerir alguna sustancia prohibida.

 

Lo anterior, bajo un mecanismo denominado TUE (por sus siglas en inglés, Uso Excepcional Terapéutico) que tomó notoriedad justo tras los Olímpicos de Río, cuando Rusia continuaba reaccionando a la inhabilitación de sus atletas. Por entonces, pudimos saber a través también de la filtración de Fancy Bears que deportistas del nivel de la gimnasta Simone Biles, del tenista Rafael Nadal, del ciclista Chris Froome, del mediofondista Mo Farah, habían dispuesto de esa autorización.

 

Tema mucho más importante es comprender si la WADA (Agencia Mundial Antidopaje), está haciendo todo lo que debe para que las mencionadas TUE´s no se conviertan en una máscara o excusa para el dopaje. Por ilustrar ese punto, en la población de jugadores de Grandes Ligas de beisbol hay hasta el cuádruple de personas que demandan medicamentos para tratar Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad; según expertos, ese medicamento puede servir para elevar la capacidad de reacción en la caja de bateo. Caso similar, el de las discutidas TUE´s aprobadas para Bradley Wiggins nada menos que cuando se convirtió en el primer británico en conquistar el Tour de Francia.

 

Una TUE legalmente solicitada y acertadamente concedida, no debe tener motivo de objeción, por mucho que Fancy Bears ahora lo esté planteando como muestra de la suciedad en el futbol con el ejemplo de esos 25 jugadores (aparecen Carlos Tévez, Humberto Suazo, Dirk Kuyt).

 

Eso no cambia otro punto: la urgencia de que se mejoren los protocolos de concesión de las TUE´s, de que se haga con transparencia y no debamos enterarnos a través de hackers, de quitar la etiqueta de misterio a lo que, siendo legal, habría de estar abierto a menos que atente contra la privacidad del deportista.

 

Fancy Bears ha tomado notoriedad tras el escándalo ruso de dopaje de Estado; parte de su móvil es evidenciar cómo el doping, a últimas fechas focalizado en Moscú, está impregnado en la cultura de varios países y deportes. Cierta razón no le falta, sólo que quedará corto mientras no logre demostrar que determinados atletas tuvieron como coordinador de su dopaje nada menos que a su propio gobierno. Pensar que sólo hay dopaje en Rusia es absurdo; la gran diferencia, incluso a un año de Río 2016, estriba en que los demás deportistas que rompen hoy las reglas de WADA, lo hacen bajo iniciativa privada y no de un régimen.

 

Mientras esta reedición de la Guerra Fría sigue adelante en el deporte, Fancy Bears continuará en sus hackeos. Como sea, los 25 mencionados en la lista pueden estar tranquilos y Sudáfrica 2010 mantener que fue un certamen libre de dopaje.

 

Twitter/albertolati

 

caem

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.