Siempre que se acerca invierno se recuerda con nostalgia el último día que nevó en la Ciudad de México, allá por 1967.

 

¿Y si eso sucedió hace casi 50 años, por qué no pensar en que podría pasar de nuevo?

 

Pues, según una investigación que considera registros de todo un siglo, realizada por el ya fallecido investigador emérito de la UNAM, Ernesto Jáuregui Ostos, eso es un evento que es muy difícil que vuelva a ocurrir. Casi imposible. Y si pasa de nuevo, habría que preocuparse, y mucho.

 

Contrario a lo que se piensa, en la actual Ciudad de México no es común que se registren temperaturas bajo cero (hablamos en grados Celsius, por supuesto), es más, tampoco son comunes los cero grados.

 

En los alrededores de la urbe sí se da. Por ejemplo en el Ajusco o en los bosques de Magdalena Contreras y Cuajimalpa.

 

La temperatura que nos dan en la radio y en la TV, son de estaciones que no son representativas de toda la Ciudad de México, pues se toma, por ejemplo del Aeropuerto, o de Ciudad Universitaria. No obstante, la más representativa es la de la estación meteorológica de Observatorio.

 

La últimas vez que estuvimos a menos 0.1 grados Celsius en la capital del país, fue el 3 de enero de 2008. Y según confirmaron las propias autoridades, ese fue el registro más bajo en los últimos años, desde aquellos tiempos en que las condiciones se dieron para que nevara en plena capital del país.

 

Una ciudad caliente…

 

Según el estudio del Dr. Jáuregui Ostos, la Ciudad de México es una isla de calor que en invierno mitiga las temperaturas bajas, pero que en primavera y verano, eleva la temperatura y provoca las llamadas ondas de calor, que son la cantidad de días seguidos con temperaturas arriba de los 30 grados. Y esos registros, con temperaturas altas, sí han aumentado y han alcanzado hasta 15 días seguidos, varias veces.

 

Según el estudio citado, con registros de 100 años, no es el frío el que aumenta en la capital del país, sino el calor, así como los días seguidos, calurosos.

 

Van unos datos:

 

De1877 a 1887 se registró una onda de calor; entre 1961 y 1970, 13 ondas de calor; y entre 1991 y el 2000, se documentaron 16.

 

Esta situación, señalaba el especialista, se debe a que las zonas verdes se han ido sustituyendo por pavimentos, y la cantidad de energía que se consume, como la gasolina o la electricidad, afectan el ambiente.

 

Los rayos del sol son rebotados como espejo por los pavimentos y el concreto; y la quema de combustible y consumo de energía eléctrica, genera calor. Esa es la explicación del por qué tenemos que ir olvidándonos cada vez más de una posible nevada en la Ciudad de México y, más aún, ahora que tenemos a casi todo el parque vehicular circulando todos los días.

 

Aquí les dejo la liga del estudio por si les interesa. Aunque les advierto que es muy técnico: