México y su canciller, Luis Videgaray, querían ser el foco continental.

 

 

La cancillería dedicó mucho tiempo a preparar la Asamblea General de la OEA en Cancún, y había buenos augurios.

 

 

Pero vinieron los imponderables.

 

 

Donald Trump decidió no enviar a su secretario de Estado, Rex Tillerson, cuya simple presencia hubiese dado notoriedad al evento.

 

 

Además de atraer los reflectores, Tillerson hubiese sido presionado para una posición de energía contra el gobierno dictatorial de Nicolás Maduro.

 

 

Tres objetivos simples estaban en la mira: condena a la violencia, regreso a la democracia de Venezuela y presión para evitar la instalación de la Asamblea Constituyente, golpe de Estado técnico al desconocer la Asamblea Nacional dominada por la oposición.

 

 

México y Videgaray creían haber asegurado la mayoría necesaria con la intervención de Estados Unidos, Brasil, Perú, Barbados, Guyana y Antigua y Barbuda.

 

 

Pero Maduro presionó con el abasto petrolero y la deuda de los países débiles, y todo se vino abajo con El Salvador de esquirol con una petición inesperada cuando se acercaba la votación:

 

 

-En nombre de la democracia, que se dé un espacio, un receso… lo que sea.

 

 

ALMAGRO PREFIRIÓ CENAR CARNE CON CALDERÓN

 

 

A partir de ese momento nada fue igual.

 

 

Venezuela contraatacó y marcó la diferencia cuando elevó propuestas como la de condenar la desaparición de 43 normalistas en Iguala.

 

 

Lo demás, incluidas las críticas de Nicolás Maduro, fue consecuencia.

 

 

Hasta aquí, dirá el lector, no hay novedad.

 

 

Pero fue base para una actitud irrespetuosa del secretario general de la OEA, Luis Almagro, hacia México, su canciller Luis Videgaray e inclusive de los miembros de la organización.

 

 

Lo cuentan altos funcionarios de cancillería:

 

 

-Cuando Videgaray ofrecía la cena de despedida a todas las delegaciones, cuando México era vilipendiado en el mundo por los magros resultados de la Asamblea, Almagro desestimó el acto de despedida.

 

 

En lugar de estar todo el tiempo en la cena de despedida, Almagro prefirió ir a cenar con el ex Presidente mexicano Felipe Calderón a un famoso restaurante de carnes de Cancún.

 

 

CRÍTICAS DE LA CIDH Y AUSENTE CON CUBA Y EU

 

 

1. Tras el desaire de Luis Almagro, se pregunta el cuerpo diplomático: ¿dónde está la novedad, si ha habido múltiples muestras de desprecio en tiempos recientes?

 

 

Un ejemplo es la crítica permanente de la CIDH a la investigación sobre los crímenes de Iguala.

 

 

El Gobierno mexicano es actor regional como muestra su ausencia en las negociaciones de Barack Obama y Raúl Castro para reanudar relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

 

 

Se olvidaron los preparativos en México de la Revolución Cubana –el apoyo de Fernando Gutiérrez Barrios fue fundamental- y la partida de Granma en Veracruz con los hermanos Fidel y Raúl Castro, Ernesto Che Guevara y otros revolucionarios a bordo.

 

 

Y ahora el FBI mete la nariz en el supuesto espionaje con equipo comprado por Felipe Calderón.

 

 

2. Imposible sustraerse a amenazas a los medios de comunicación como los emitidos por el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez el Bronco.

 

 

El país no está para intolerancias como la suya y de quienes se creen redentores de una patria cuyo ánimo han ayudado a exaltar.