Hoy por hoy, cualquier persona que pretenda gobernar la Ciudad de México está obligada a reconocer los 39 años de lucha de la sociedad civil para salvaguardar los derechos sexuales. La necesidad de tomar las calles para manifestarse, el apoyo a quienes sufrieron discriminación, la problemática del VIH, la ardua tarea para conseguir matrimonios igualitarios y el derecho a la adopción, así como la aprobación de la Ley de Identidad de Género han representado grandes avances en la agenda progresista de esta capital.

 

El sentido de vanguardia que ha crecido en la ciudad a raíz de los movimientos sociales no puede dar marcha atrás, por ello es indispensable construir líneas de acción con la ciudadanía desde una visión interseccional, en la que se reconozcan temas específicos.

 

Esta agenda, que aún está pendiente, se sigue formulando por el trabajo conjunto entre ciudadanía y gobierno; sin embargo, es momento de trazar objetivos claros mediante herramientas institucionales. En el caso de la delegación Cuauhtémoc, conscientes de que es una de las más visitadas por la comunidad LGBTTTI, signamos la declaratoria El corazón no discrimina, documento cuyo objetivo es “hacer saber que la delegación es un lugar de reunión, de unión, de acuerdo y de diálogo de todos en donde se fomentan los valores del respeto, la tolerancia, la inclusión, la igualdad y la no discriminación”.

 

A poco más de un año de que termine la actual administración de la ciudad, no existe una agenda clara en la materia, enfocada en abatir los dos problemas fundamentales: la ignorancia y la discriminación. ¿De qué sirve decretar una Ciudad Amigable con la población LGBTTTI, si los altos funcionarios de la PGJ desconocen las variantes de la diversidad sexual? ¿Cuál es el propósito de permitir el matrimonio igualitario, si aún se niegan los derechos de acceso al sistema de salud a las parejas del mismo sexo? O, peor aún, ¿cuál es el sentido de tener un sistema de vigilancia tan avanzado como el C5, si no sirve para identificar a los responsables de crímenes de odio?

 

Así, las “soluciones” presentadas en la Ciudad de México durante el actual sexenio no han sido sustanciales ni enunciativas: la seguridad de las personas trans es fundamental para el ejercicio de sus derechos humanos; ya no se debe quedar en el tintero la emisión de una alerta de género por transfeminicidio, y es necesaria la atención a las personas privadas de la libertad respecto a sus derechos sexuales y reproductivos.

 

La agenda de la diversidad sexual es de toda la ciudadanía y se encuentra en constante evolución; esto es un hecho que deben tener claro las personas que desean servir a esta ciudad, y siempre con el objetivo de mejorar el tejido social desde una mirada progresista, en conjunto con una ciudadanía informada y consciente. De nada sirve intentar cambiar un sistema, si no se modifican las conciencias.

 

caem