No me gusta decir se los dije, pero desde febrero de este año he dedicado al menos una columna al mes para analizar y revisar los pendientes que se estaban sumando o, mejor dicho, acumulando a la administración del ahora ex procurador general de la República, Raúl Cervantes.

 

En esos meses, la PGR no logró resolver ningún caso; todas las carpetas de investigación abiertas y heredadas al menos hasta hoy siguen “su curso conforme a derecho” y hablamos específicamente de los llamados casos relevantes.

 

El problema es que Cervantes renunció y dejó una serie de asuntos sin concluir, en una institución que terminó por colapsarse meses antes del sismo del 19 de septiembre pasado, que hoy cumple un mes de haber ocurrido.

 

La PGR perdió algunos de sus edificios y hasta la operatividad en las semanas posteriores al sismo, pues diversos expedientes se encontraban al interior de esos inmuebles. Pero Raúl Cervantes perdió la gran oportunidad de demostrar su autonomía y combatir la impunidad de varios ex gobernadores y ex funcionarios vinculados a actos de corrupción.

 

Al renunciar, Cervantes aseguró que uno de los casos más importantes en su administración ya había sido concluido: el de los sobornos de la empresa Odebrecht a funcionarios de Pemex. Incluso el ahora encargado de despacho de la PGR, Alberto Elías Beltrán, ha mencionado en entrevistas que “las investigaciones del caso ya están concluidas” y que sólo esperaba judicializar el caso.

 

Con lo que queda claro que este caso no está finalizado, pues no hay que olvidar que la labor del Ministerio Público Federal termina hasta que de un expediente se obtiene una sentencia. Por meses hemos visto que la PGR nos hace pensar que los casos concluyen con la captura de los presuntos responsables o con la obtención de órdenes de aprehensión, y esto no es así.

 

Ése ha sido el gran problema de la institución, que una vez que judicializa los casos pareciera que los deja en el olvido o al destino del Poder Judicial. Alberto Elías Beltrán como nuevo encargado debería tomar el nuevo reto de ser claro y decir que se avanzó en una parte del proceso del caso Odebrecht, pero que aún falta un largo camino por concluir, si es que en realidad se terminó la investigación del caso. ¿O piensa no seguir indagando en la etapa inicial del proceso de judicialización de la carpeta de investigación?

 

El nuevo titular de la PGR tiene en sus manos una gran herencia de casos; por ejemplo, el expediente de la desaparición de los 43 normalistas de Iguala, el caso Nochixtlán.

 

Tendrá que analizar qué pasó con las 53 carpetas de investigación que le entregó la Auditoría Superior de la Federación en contra del ex gobernador Javier Duarte y que el entonces titular de la PGR prefirió desechar por considerar que no era la autoridad que debía investigar.

 

Eso sin contar que siguen abiertos casos como el de Tlatlaya, en el que la PGR se comprometió a dar seguimiento a la investigación de la CNDH; o el caso del asesinato del periodista Javier Valdez. Importante será saber si además de los famosos casi dos mil funcionarios que investiga, también resolverá el espionaje hecho a través de Pegasus.

 

 

 

caem