A pesar de sus profundas diferencias políticas e ideológicas todos estos años, Cuba y Estados Unidos siempre han compartido el amor por el béisbol.

 

 

Desde las Ligas Negras a la actual generación de estrellas cubanas, la isla comunista y Estados Unidos están ligados desde hace más de un siglo por el béisbol. Fue durante la primavera de 1947 en La Habana que los Dodgers de Brooklyn pudieron observar de cerca a la estrella de los Reales de Montreal, Jackie Robinson, quien unos meses después se convertiría en el primer jugador negro en las Grandes Ligas.

 

Los equipos de las mayores regularmente realizaban sus entrenamientos primaverales y jugaban partidos de exhibición en Cuba, y los Rojos de Cincinnati incluso llegaron a tener una filial de Triple-A en La Habana, los Sugar Kings (Reyes de la Azúcar), antes de que Fidel Castro prohibiera los deportes profesionales.

 

Los miembros del Salón de la Fama cubanos José Méndez, Martín Dihigo y Cristóbal Torriente fueron figuras en las Ligas Negras al final del siglo 19 y a inicios del 20, mientras los miembros del Salón de la Fama estadounidenses como Satchel Paige y Roy Campanella jugaron en Cuba en las décadas de 1930 y los 40.

 

El miércoles, el anuncio de Estados Unidos de que restablecerá las relaciones diplomáticas con la nación caribeña podría marcar un nuevo comienzo en las relaciones cubano-estadounidenses en el beisbol, las cuales se detuvieron tras la revolución de Castro que conllevó a un embargo económico.

 

Aunque aún está en las etapas iniciales, la nueva política anunciada por el presidente Barack Obama podría posteriormente abrir la puerta para que los equipos estadounidenses retornen a suelo cubano y a los peloteros de la isla a firmar con los equipos estadounidenses sin tener que desertar.