El martes pasado, el gobernador del Banco de México volvió a describir, muy a su estilo, la situación económica del país, como ya le es costumbre.

 

A principios de 2008, siendo secretario de Hacienda, vaticinó que a México apenas si le daría un “catarrito” derivado de la desaceleración económica en Estados Unidos, en buena medida por la estabilidad macroeconómica de nuestro país. Incluso se calificó con un “8” a la pregunta de si estaba preocupado por esta situación, en la que “10” representaba la más alta preocupación.

 

En aquella ocasión, el entonces secretario falló rotundamente y la estabilidad económica del país no fue suficiente para evitar una caída de 6% en el PIB, una verdadera “pulmonía” sólo comparable con la grave crisis que estalló en México en 1995.

 

Ahora, en su calidad de gobernador del banco central, Carstens dijo, con su ya peculiar estilo de comunicar, que la economía está pasando por “un bache transitorio” que no le preocupa. “Lo único que me quita el sueño son los perros de mi vecino”, bromeó el gobernador.

 

Creo que esta vez tiene razón Carstens y seguramente podrá seguir más preocupado por los perros de su vecino para conciliar el sueño, que por las señales de una recuperación económica que ya inició aunque aún con una enorme timidez.

 

El dato del Indicador Global de la Actividad Económica, IGAE, de julio pasado -un indicador que muestra con cierta precisión el comportamiento del PIB- que ayer dio a conocer INEGI, muestra que la actividad económica creció 1.7% en comparación anual y 0.5% desestacionalizado. Un síntoma alentador aunque aún insuficiente para confirmar una mejoría generalizada en la economía.

 

Ahora habrá que esperar a los datos de agosto para ver si el prolongado estancamiento manufacturero que se ha dado desde mediados del año pasado ya ofrece signos efectivos de recuperación, mientras que el sector de la construcción se levanta de una de las mayores caídas que ha visto en los últimos años. Y, con ello, evaluar si efectivamente la economía sale del “bache” al que aludió el gobernador del banco central.

 

Claro que no era momento para entrar en detalles sobre qué originó el “bache” económico, en un evento en el que también participaba el secretario de Hacienda. Pero ya la mayoría de integrantes de la Junta de Gobierno del banco central, que encabeza Carstens, habían identificado al rezago en la ejecución del gasto público y a la caída en la inversión del sector público en el sector de la construcción, como dos de los tres factores detonantes de lo que el gobernador llamó “el bache”. Un ‘bachecito’, por cierto, que según el secretario del Trabajo ocasionará pérdidas por alrededor de 200 mil empleos en este año.

 

Y si bien el gobernador luce despreocupado por la recuperación -una vez que el banco central “aportó” su granito de arena bajando en un cuarto de punto porcentual la tasa de referencia- sería recomendable que no perdiera de vista los riesgos que amenazan el crecimiento, comenzando por los efectos económicos ocasionados por las tormentas que azotaron las costas del país con graves daños aún no cuantificados.

 

Quizá para ello el gobernador ya tiene preparado algún otro impulso a la economía desde la política monetaria, a través una nueva baja en las tasas de interés hacia el último trimestre. A lo mejor ello también explica su despreocupación.

 

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