Subir los peldaños de la Asociación de la Prensa en Madrid, en la calle Juan Bravo, para impartir el Taller: “Claves para trabajar como periodista freelance” y acordarme de aquel día hace 14 años, que entré con una carta firmada por la entonces directora de Telva: Nieves Fontana, quién acreditaba mi trabajo como periodista y por tanto, podía recibir el carnet de prensa de dicha Asociación, fundada en 1895. Durante años sólo me atreví a llamarme redactora. Sentía demasiado respeto a esta profesión.

 

Comenzaron a llegar los alumnos a la imponente biblioteca. Para mi sorpresa, no había ningún veinteañero en la sala. Superaban los cincuenta algunos de ellos y a la hora de presentarse cada uno, comenzaron las sorpresas: El perfil del grupo no podía ser más diverso. La enorme mesa ovalada estaba compartida por un veterano profesor de universidad, un corresponsal de radio con treinta años de experiencia, y con destinos tan interesantes en su background como Roma, un reportero intrépido que quiere vender sus reportajes de cámara oculta. Algunos se conocían de otros talleres y todos compartían el mismo objetivo: Reinventarse laboralmente, no tirar la toalla con el periodismo, la profesión que aman.

 

foto freelance

 

 

La mesa ovalada era un espejo de la sociedad actual, la impresionante experiencia de muchos de ellos, alumnos en ese momento. La alumna de otros cursos, era la profesora en ese momento. Esa falta de etiquetas, de aprender unos de otros, es una enriquecedora experiencia. Es fascinante ver como estamos todos en el mismo barco, sin etiquetas, sin profesiones, todos queriéndonos reinventar. Una periodista cansada de escribir de política y que quiere descubrir nuevos territorios. Un directivo y docente golpeado por la crisis. Un enfermero que después de 25 años de trabajar en cuidados paliativos, tiene la espinita de no ejercer la profesión en la que se tituló.

 

El debate, como sucede en los grupos heterogéneos, se transformó en una interesante charla. Tras realizar el ejercicio: “En busca de la identidad periodística” y encontrar una palabra para definir cada perfil, sucedió algo curioso y creo que todos nos percatamos de ello: Una buena cronista que justificaba su talento. “A lo mejor tengo que cambiar mi forma de escribir, me dicen que es muy literaria”. Un chico que se quejaba por el trato recibido en una conocida revista: “Me tengo que adaptar a ellos, para que quieran mis reportajes”. Una chica joven y  segura de si misma, periodista freelance y que tiene mucho trabajo, le contestó: “A lo mejor tienes que buscar otro medio que si le guste tu trabajo”.

 

Una importante persona en mi vida dice: “No eches la culpa al de fuera, pregúntate que has hecho tú para no tener el resultado deseado”.  El aprendizaje libre y humilde es la mejor lección para evolucionar. Los talentos de cada uno pidiendo permiso por alcanzar el éxito que todos merecemos. “Qué suerte, que segura eres”, me dijo una de las alumnas al finalizar. “No, no creas”, respondí.