En estos días pareciera que el país y una parte importante del mundo atraviesan por una fiebre en torno a la corrupción. Es difícil imaginar que repentinamente haya aumentado la ocurrencia de actos corruptos, más bien pareciera que ha aumentado la visibilidad de la corrupción y su mala percepción entre la gente (como que ha bajado la tolerancia a ella).

 

En la esfera doméstica, este proceso electoral se han tornado un intercambio de diatribas sobre qué tan corruptos son los oponentes y, claro, quien baila mejor y tiene el mejor “jingle”. El asunto llega a tal grado que se vuelve confuso: ¿se están peleando por ser el más corrupto, o por ser el menos?

 

En la esfera internacional la cosa no es muy diferente. Guatemala también está inmerso en tremendo escándalo de corrupción que ya ha provocado la renuncia de la vicepresidenta del país, la aprehensión del jefe de la SAT (equivale al nuestro), del Presidente del Banco Central y del Presidente del IGSS (equivalente a nuestro Director general del IMSS).

 

Las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) pueden convertirse en armas para destruir la corrupción. Por ejemplo, en varias avenidas de la ciudad de México la velocidad máxima está controlada por sistemas de radares de velocidad con cámaras para tomar foto a la placa del auto del infractor y un software para el procesamiento y envío de las multas. Creo que este método es más eficaz que el de los policías de tránsito multando o “mordiendo” a los conductores.

 

Como líder de TICs de los servicios médicos del ISSSTE, me tocó encabezar a un excelente equipo humano que realizó un proyecto para automatizar el otorgamiento de citas para atención médica en las 168 clínicas de medicina familiar a lo largo y ancho del país.

 

El proyecto, afortunadamente fue un éxito, el software funcionó bien, logrando bajar el tiempo de espera de más de 4 horas a un promedio de 30 minutos, tal y como era el objetivo del proyecto. Sin embargo, hubo otro resultado colateral: con el sistema se logró que los médicos, que antes llegaban a la clínica, checaban su tarjeta de asistencia y se salían a hacer actividades personales consumiendo una hora o más de su tiempo de trabajo (y de lo que debía ser de atención a pacientes), ya no pudieran hacerlo (con lo que se combatió esta modalidad de corrupción que consiste en cobrar sin trabajar). Además, las personas al tener una cita con horas y minutos, le exigían puntualidad a los médicos, convirtiéndose en un mecanismo tipo “contraloría social”.

 

He aquí dos ejemplos de cómo la tecnología de la información le cierra la ventana de oportunidad a la corrupción al reducir a cero la discrecionalidad con la que puede actuar una persona. La razón por la que la tecnología de la información es una eficaz herramienta para el combate a la corrupción es, pues, muy sencilla: las computadoras y los sistemas no tienen amigos ni “clientes”, no tienen intereses, ni tienen apetito por el dinero. “That simple”.

 

A través de proyectos bien administrados que incluyan un fuerte componente de TICs así como que consideren la esfera humana y de procesos de los mismos, se podrán cerrar muchas ventanas de oportunidad a la corrupción y efectivamente disminuirla.

 

Por ejemplo, la implantación de una solución automatizada para la gestión de contratos de servicios tercerizados que calcule automáticamente las penas y deducciones que deben aplicarse al proveedor que no entregue un servicio no sería un proyecto enfocado a combatir la corrupción sino precisamente a lograr un mejor aprovechamiento del outsourcing, pero de manera automática también se combatiría una potencial corrupción.