Así fue 2016, el año de los “underdogs”, dirían los de este lado, el año de la Cenicienta Deportiva, el año de los campeones imposibles, el año donde el deporte nos muestra, una vez más, que es mágico y que los libretos no se repiten nunca. Nos demuestra una vez más que a pesar de tantas manos sucias que lo tocan, quienes hacen de éste un espectáculo mundial tienen las herramientas necesarias para renovar nuestras ilusiones cada vez que sea necesario.

 

Los Cavaliers de Cleveland le dieron a la NBA una historia maravillosa al consagrarse como los campeones, y si bien es cierto cuentan con el mejor jugador de la actualidad, hay sobrados casos que nos demuestran que uno solo no es capaz de ganar guerras, quizá batallas, pero no la obra final.

 

Un triunfo histórico que entierra una larga sequía de 52 años sin tener un equipo campeón en la ciudad. Por si fuera poco, la victoria en el séptimo juego estableció una nueva marca al ser el primer equipo que levanta un trofeo remontando una desventaja de 1-3.

 

Hablando de sequías y maldiciones, el mejor exponente es Chicago, los Cachorros, quienes después de 108 años lograron alzarse con el título de Serie Mundial que buscaron desde 1945, ese mismo año donde William Sianis, un aficionado a los Cachorros, intentó ingresar a Wrigley Field con su mascota, una cabra llamada Murphy. Como era de esperarse, le negaron el acceso no sin antes maldecirlos y decirles que nunca volverían a ser campeones… bueno, de pronto hay males que sí duran más de cien años y afición que los aguante.

 

La Eurocopa de este año será recordada como el fallido experimento de incrementar el número de participantes, lo que provocó una merma palpable en la calidad de los juegos, aun así nos regaló historias fantásticas como la insurrección de Gales, Irlanda del Norte, Islandia y, la más grande todas: Portugal. Un equipo que, sin triunfar en un solo partido en la primera ronda y que únicamente fue capaz de ganar un encuentro en tiempo regular, terminó con un inesperadísimo título, mismo que fue conseguido sin su gran figura, Cristiano Ronaldo, quien salió lastimado al minuto 25.

 

Los Juegos Olímpicos nos entregaron medallas inesperadas: Lupita Reyes en la marcha de 20 kilómetros e Ismael Hernández en el pentatlón moderno, y quizá podríamos sumar la de Ismael el Chino Rodríguez en el boxeo, tomando en cuenta las precarias condiciones con las que se trabaja en dicha federación.

 

Pero nada se compara con el Leicester City. Nada. Un equipo cuyo plantel no superaba los 30 millones de dólares en una Liga donde encontramos jugadores que cuestan el doble o el triple, donde 30 millones no es nada, donde un entrenador con etiqueta de fracasado sería capaz de escribir una de las páginas más gloriosas en el deporte en general, donde es necesario mantener el mismo ritmo durante toda la temporada para no ser devorado por la gigantesca bestia que habita en esa Liga, que, dicho sea de paso, es la mejor del mundo.

 

No, no hay nada que se compare con el Leicester City en 2016.

 

Es todo por ahora… nos vemos en enero en la misma grada de siempre: la 24.

 

Aprovecho para agradecer a los directivos de este diario, a la gente que los hace posible y a usted, querido lector.
Que tengan todos un espectacular 2017.