Una de tantas buenas canciones que interpretaba el español Miguel Ríos es aquella de Santa Lucía, que vino a mi cabeza ahora que el precandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, quien por ahora navega con la bandera de presidente de Morena, aseguró que cancelaría el nuevo aeropuerto en construcción para usar la base aérea militar número 1, en Zumpango, Estado de México.

 
La letra de la canción del roquero granadino es una invitación a la confianza, una súplica de dar las manos, abrir las puertas y cerrar los ojos. Siempre con la advertencia de tanto loco que anda suelto.

 
La oferta del único aspirante visible a la presidencia para las elecciones del próximo año es a entregarse sin preguntas a la visión luminosa que tiene del futuro. Ha dicho que el día que llegue al poder se acabará la corrupción porque él no es corrupto.

 
Es evidente que si gana la presidencia, buscará tomar medidas espectaculares que lo hagan diferenciarse de sus adversarios. Es un hecho que no elegirá una batalla provechosa, pero sí una estridente.

 
Y como está claro que si eventualmente llegara a ganar la Presidencia, tendría en contra al Congreso, debe elegir decisiones de poder presidencial y cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) es una de ésas que tiene al alcance.

 
¿Por qué cancelaría esta construcción? No existe una sola razón lógica para ello; al contrario, no aguanta el más mínimo análisis, pero tampoco López Obrador necesita de la lógica y el sentido común.

 
Realmente sabe este personaje que el NAICM será tan espectacular que resultará imposible separar de esa magna construcción el nombre de quien será para el momento de su estreno el ex presidente Enrique Peña Nieto. No podría vivir con eso.

 
Llevar parte de las operaciones aéreas a la base militar de Santa Lucía es como la canción: “A menudo me recuerdas a alguien”. Me recuerdas a los Presidentes populistas de nuestro propio pasado que tanto dañaron a México.

 
Pero también me recuerdas a los populistas autoritarios contemporáneos que se han multiplicado en estos tiempos. Desde un Hugo Chávez y su hijo putativo Nicolás Maduro, hasta el propio Donald Trump.

 
Si el Gobierno federal logra explicar bien el tamaño de la aberración que pretende López Obrador al cancelar una obra con el nivel de avance que tiene. Si pueden hacer entender que no hay manera de que puedan operar el actual aeropuerto y Santa Lucía al mismo tiempo.

 
Vamos, si logran que todos vean lo que es evidente: que se trata de un capricho absurdo que responde a un primer ensayo de dictar desde el poder, podrán hacer que ni en el viejo, ni en el nuevo, ni en Santa Lucía despegue ese candidato.

 
Lo hemos visto en intentos anteriores. Este eterno candidato presidencial inicia con careta de moderado, pero rápidamente deja ver su verdadera personalidad conforme se acercan las fechas electorales. De verdad, “a menudo me recuerdas a alguien”.