WASHINGTON. El 12 de junio de 2016 quedará consignado en los libros de historia. Un domingo negro para Estados Unidos y una puñalada al corazón de la comunidad el LGTB. El yihadismo islámico le declaró la guerra al país y asumió la autoría de un ataque perpetrado por un veinteañero armado con un fusil de asalto y una pistola en una discoteca gay en Orlando, que provocó al menos 50 muertos y 53 heridos y se convirtió en el tiroteo masivo “más letal” de la historia del país.

 

“El ataque armado perpetrado contra un club nocturno de homosexuales en la ciudad de Orlando en el estado estadounidense de Florida (…) fue perpetrado por un combatiente del Estado Islámico“, señaló la agencia de noticias Amaq, vinculada a los yihadistas.

 

En una alocución efectuada tras reunirse con el director del Buró Federal de Investigación (FBI), James Comey, y sus asesores en materia de seguridad nacional, el presidente Barack Obama admitió que las autoridades desconocen aún “las motivaciones precisas del asesino”.

 

“Todavía estamos conociendo los hechos”, insistió, al confirmar que el FBI investiga la masacre como “un acto de terrorismo”.

 

“Lo que está claro es que era una persona llena de odio. En los próximos días descubriremos por qué y cómo sucedió esto”, zanjó Obama, al remarcar que fue un día “especialmente doloroso” para la comunidad LGTB (homosexuales, lesbianas, transexuales y bisexuales).

 

El sospechoso del tiroteo, que ocurrió en la madrugada del sábado al domingo en la discoteca Pulse de Orlando, fue identificado por la Policía como Omar Mir Seddique Mateen.

 

Las autoridades corroboraron que Mateen compró legalmente armas de fuego en EU, de ahí que Obama señalara en su discurso que la masacre representa un “recordatorio más de lo fácil que es que un arma caiga en las manos de alguien y le permita disparar a gente en una escuela, un lugar de culto, un cine o una discoteca”.

 

El presidente ha abogado en numerosas ocasiones por la aprobación de leyes que restrinjan el derecho a poseer y portar armas, contemplado en la Segunda Enmienda a la Constitución de Estados Unidos, si bien se topó siempre con la firme oposición del Congreso.

 

El ataque, cuyas imágenes de víctimas ensangrentadas siendo evacuadas de las discoteca en plena noche repitieron sin cesar las televisiones locales, ha causado una enorme conmoción en el país, donde se guardaron momentos de silencio en honor de las víctimas.

 

Como muestra de duelo, Obama ordenó que las banderas ondeen a media asta en la Casa Blanca y en todos los edificios federales hasta el anochecer del 16 de junio “como señal de respeto por las víctimas del acto de odio y terrorismo” en el club de Orlando.

 

“Ningún acto de odio o terrorismo jamás cambiará quiénes somos o los valores que nos hacen estadounidenses”, aseveró el líder demócrata.

 

La masacre también se dejó sentir en el Desfile del Orgullo Gay de Los Ángeles y en el Festival del Orgullo de la Capital en Washington, que se celebraron, pese al impacto del ataque de Orlando, entre medidas de seguridad más estrictas.

 

La tragedia también sacudió la campaña para las elecciones presidenciales de noviembre, ya que el virtual candidato republicano, Donald Trump, exigió actuar con “dureza e inteligencia” ante el “terrorismo radical islámico” y pidió la dimisión de Obama.

 

La candidata oficiosa demócrata, Hillary Clinton, propuso redoblar los esfuerzos para defender al país de “las amenazas internas y externas” y propugnó la limitación del acceso a las armas de personas como el presunto atacante de Orlando.

 

Clinton anunció que, a raíz de la masacre, quedaba cancelado el primer mitin político que iba a celebrar junto al presidente Obama el próximo miércoles en la ciudad de Green Bay, en el estado de Wisconsin.

 

La discoteca Pulse había organizado una “Noche latina“, dedicada a ritmos como bachata y reguetón, por lo que es muy probable que un alto porcentaje de las víctimas sean hispanos, una comunidad que representa 29% de la población de Orlando, famosa en todo el mundo por sus parques temáticos y de atracciones.

 

Se trata del segundo ataque en la ciudad en poco más de 24 horas, luego de que la cantante Christina Grimmie fuera asesinada el viernes por un hombre que la atacó al término de un concierto.