El debate televisado de hoy, el primero de este año, a celebrarse en la Universidad de Hofstra, en Long Island, podría ser una especie de batalla de gladiadores en el circo Romano o una pelea de box tipo Muhammad Ali y Joe Frazier, aunque ésta vez entre el “hombre de fuego” y la “mujer de hielo”.

 

Algunos la catalogan como “una pelea de box a 15 asaltos”, al estilo antiguo, pero en realidad podría ser un combate en el que alguien podría equivocarse y perder por nocaut.

 

Sin embargo, sus cercanos aseguran que Donald Trump se está preparando como nunca, a pesar de sus indudables dotes de showman y su innegable capacidad histriónica. Su principal mánager es un “peso pesado”: el ex CEO de Fox News, Roger Ailes, con una dilatada experiencia como “spin doctor” de candidatos republicanos antes de los debates (asesoró a Richard Nixon, Ronald Reagan y George Bush padre).

 

Del lado de Hillary Clinton están, sin embargo, dos consejeros de primera: su propio esposo, Bill, que es un maestro de la oratoria, y el presidente Barack Obama, sin duda le habrá recomendado no tomarse demasiado a pecho esta cita, pues él mismo perdió hace cuatro años ante Mitt Romney el debate crucial, pero ganó las elecciones.

 

Esta experiencia demuestra que si bien se trata de un duelo “de todo por el todo”, el perdedor no necesariamente saldrá derrotado en la batalla final, que será en las urnas, el 8 de noviembre próximo.

 

Es verdad que ya el voto duro de ambos candidatos está de alguna manera amarrado. Una encuesta de The Washington Post, publicada ayer, les asigna un empate en 46%. Hay cerca de 8% de indecisos.Mientras que el sitio de análisis político fivethirtyeight.com da de dos a tres puntos de ventaja a Hillary a nivel nacional y los 270 votos electorales suficientes para ganar en los estados clave. Aunque lleva una desventaja abajo en estados como Florida, Ohio y Carolina del Norte; sus bastiones, Pennsylvania, New Hampshire, Colorado, Michigan, Minessota y Virginia, le garantizan la mayoría en el Colegio Electoral.

 

El problema quizá es que cualquier error que cometa uno de los contendientes podría ser decisivo entre aquéllos que todavía no saben por quién  decantarse.

Es por eso que los candidatos ensayan duro para este “duelo de titanes”, donde no necesariamente será más importante lo que diga cada quién, sino cómo lo diga o cómo se comporte frente a las invectivas de su rival.

 

“Al final de cuentas, el lenguaje corporal va a ser más importante que lo que se diga. Él quiere terminar el debate impecable y que ella termine desgastada”, señaló un asesor de campaña del magnate.

 

Quizá la mayor atención se prestará no sólo a lo que diga la ex secretaria de Estado, sino que se examinará en detalle su estado físico, luego de un desmayo ante cámaras y el cuadro de neumonía. A Hillary se le considera implacablemente racionalista, una especie de “mujer-máquina” a la que no se le puede perdonar que se equivoque, mientras que a Trump se le mira con más condescendencia, y por eso puede darse el lujo de “meter la pata”.

 

De todas maneras y por cualquier duda, los asesores del magnate inmobiliario se han cerciorado que evite recurrir a sus “gracejadas” o trate de salirse del guión, porque un descuido podría ser fatal.

 

Ciertamente el debate de hoy será el primero de otros dos, y todavía hay margen para que los candidatos suban o bajen, pero de todas maneras este primer “tête à tête” podría resultar que convenza a quienes todavía tienen dudas sobre si apoyar “al malo o al peor”.

 

El periodista Lester Holt, de la cadena NBC, que ya fue tachado por el impredecible Trump de “demócrata y tendencioso”, será el encargado de moderar el debate y su desafío será difícil porque si caen en la trampa del empresario, se verá obligado a demostrar que no es ni una ni otra cosa, favoreciendo al tramposo republicano.

 

Trump, de hecho, parece haberse ya adelantado al debate y está empezando a ganarlo en los medios con esta acusación, pero también con el anuncio de que estará presente Gennifer Flowers, la ex amante del ex presidente Bill Clinton, que se ubicará en los primeros asientos, como en las buenas peleas de box.

 

Según el diario The Guardian, la invitación para asistir fue formulada por Trump.

“Hola Donald. Sabes. Estaré en tu esquina y definitivamente estaré en el debate”, publicó la ex modelo en la red social Twitter, usando la metáfora boxística.

Sólo faltaba que se celebrara en Las Vegas y no en un aula universitaria neoyorquina.