A cien días de la inauguración de su gobierno, Donald Trump ha trastabillado más veces que cualquiera de sus predecesores y hasta le han endilgado el calificativo de “lame duck” o “pato cojo”, que suele aplicarse a los mandatarios salientes que van perdiendo poco a poco su poder y languidecen a la espera de sus sucesores. Sólo que Trump está recién desembarcado en la Casa Blanca.

 

Entre otras cosas, Trump perdió ante el Congreso la batalla de su controvertido plan de salud que buscaba arrebatarle los servicios médicos a precio accesible a más de 25 millones de estadounidenses beneficiados por el Obamacare, los tribunales frenaron su cuestionado decreto para detener la migración de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana durante 90 días y no puede obtener los fondos suficientes para construir el muro fronterizo con México.

 

Entre los escasos triunfos del “monstruo con piel de merthiolate”, como lo ha llamado alguno de sus más ácidos críticos, se cuenta apenas la elección del juez conservador Neil Gorsuch para el puesto vacante en la Suprema Corte y sus medidas migratorias draconianas contra los migrantes, que son el eslabón más débil en la cadena de enemigos.

 

El ataque con misiles lanzado como respuesta a la agresión con armas químicas contra civiles inocentes en Siria atribuida al presidente Bashar al-Assad fue también aplaudido, porque a los gringos les gusta mucho la guerra.
Algunos analistas creen que si Trump no logra remontar el vuelo, corre el riesgo de terminar muy mal su gestión, ser objeto de un “impeachment” o, bien, perder sus esperanzas de ser reelecto. Su Waterloo: que las investigaciones sobre los contactos de su equipo con el gobierno ruso prueben que efectivamente recibió ayuda de Vladimir Putin para ganar.

 

Algunas de las medidas más controversiales de Trump, que es un negacionista del “cambio climático global” y el llamado “efecto invernadero” resultan una verdadera amenaza contra el futuro del planeta.

 

Empero enfrenta el riesgo de una profunda división que amaga con volverse estampida en el seno del Partido Republicano y aun así no se da por vencido y ya está trabajando en su reelección. Apenas horas después de que tomó protesta como Presidente, envió una petición inicial a la Comisión Electoral para que lo considere como precandidato del republicano a los comicios de 2020, para poder continuar recaudando fondos durante todo su mandato. La Comisión Federal Electoral de Estados Unidos informó que lleva ya recaudados 13.2 millones de dólares, haciéndolo el aspirante a la Presidencia con la mayor cantidad de dinero reunido hasta el momento.

 

Mientras tanto, su afán de seguir gobernando como si administrara un imperio empresarial, algo que explica sus constantes errores, podría conducirlo al precipicio y confirmar el sabio dicho del magnate Carlos Slim de que “no es lo mismo ser borracho que cantinero”.

 

Xavier Rodríguez

 

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