El pasado 23 de enero, más de 130 organizaciones estadounidenses del sector agroalimentario enviaron una carta titulada “Diálogo de los Estados Unidos para la Agricultura y la Alimentación” (http://bit.ly/2tAJb5j) a la oficina del nuevo presidente Donald J. Trump. En la misiva, los firmantes defendieron una renegociación y actualización sensata del TLCAN, declarando que “Canadá, México y Estados Unidos forman una de las regiones económicas más competitivas y exitosas del mundo”, debido a que “las exportaciones de alimentos y agricultura de los Estados Unidos a ambos países se han más que cuadruplicado, pasando de 8,900 millones de dólares en 1993 a 38,600 millones de dólares en 2015”.

 

 

Este sector de la economía estadounidense representa más de 15 millones de empleos al norte del río Bravo. Por ello, y porque el campo es territorio Trump en materia electoral, el magnate no podrá ignorarlos. Partiendo de que el Tratado debe modernizarse ante las nuevas realidades del comercio digital, el sector energético, las telecomunicaciones, y demás divisiones estratégicas, ¿cómo puede la sociedad civil mexicana ayudar a que nuestro gobierno tenga más aliados americanos, tanto en las horas más críticas como en los temas más espesos de los reajustes?

 

 

Si bien hablar de renegociación es hablar de resultados –y ello es materia no de uno sino varios artículos–, la sociedad civil puede ayudar más de lo que se imagina. De cara al inicio del proceso –no antes del 16 de agosto, según la representación comercial de la Casa Blanca–, México necesita buscar más patrocinios positivos como el del sector agroalimentario entre la sociedad americana, debido a que estos propiciarían una generación de acuerdos más “tersa” para el gobierno mexicano. Y para lograr esto, diplomacia ciudadana.

 

 

Ésta, en palabras llanas, implica las acciones coordinadas por la sociedad civil que, de manera paralela a la diplomacia gubernamental, buscan incidir en la agenda pública y política de otra nación. La diplomacia ciudadana echa mano de campañas de comunicación, desarrollo de investigaciones y proyectos bilaterales, así como alianzas estratégicas entre sectores que orbitan determinados temas en las naciones en cuestión.

 

 

Universidades públicas y privadas, las ONG, “think tanks” –centros de investigación– de políticas públicas, empresas de múltiples ramos, grupos defensores de los derechos humanos, etc., son fundamentales en esta visión. La clave aquí es “conjunto”, porque de poco sirve que una universidad aquí haga un foro sobre los resultados del TLCAN. No. Bajo esta visión, se tendría que tener un evento conjunto, aquí y allá –en dos fechas distintas o no– con expertos en materia comercial de ambos lados. Y que los resultados constructivos de ese debate no solo se manden a ambos equipos de negociación, sino que generen una alianza mediática en posturas. Los agricultores hablaron por sí mismos, no tuvimos que salir a pescar; ahora piensen si nos ponemos a hacerlo…

 

 

Construir casos de cooperación bilateral entre organizaciones de la sociedad civil de prestigio no es imposible –imaginemos que el ITAM realice lo anterior con, digamos, la universidad de Stanford; o que, en materia de “think tanks”, el IMCO establezca este tipo de cooperación con la Institución Brookings–, menos cuando la renegociación será el tema central de la relación mexicano-americana durante meses. Es cuestión de nuestra iniciativa: la sociedad civil organizada de México debe ser quien busque esos diálogos.

 

 

Con Canadá no tenemos mayor problema. Enfoquémonos en Estados Unidos, en su gente y en sus organizaciones de prestigio y peso mediático. Ello ayudará al gobierno mexicano. Como coinciden varios expertos, una renegociación prudente –equilibrada y sin francas extorsiones a nuestro país– fortalecería nuestra economía en el mediano y largo plazo. Con eso no se juega, y los ciudadanos mexicanos podemos ayudar a que, durante el semestre que se proyecta duren las pláticas, el bravucón en jefe sepa que el intercambio comercial con nuestro país tiene más aliados de los que se pensaba.

 

 

@AlonsoTamez