BUENOS AIRES. El secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) de Argentina, el sacerdote Juan Carlos Molina, renunció hoy al cargo en momentos de gran preocupación por el auge del consumo y tráfico de drogas.

 

La salida del cura Molina se dio a conocer a través de un decreto publicado en el Boletín Oficial y firmado por la presidenta Cristina Fernández, quien lo había designado hace apenas un año y medio.

 

El breve escrito sólo informa que se acepta la renuncia del funcionario y se agradecen sus servicios prestados.

 

Aníbal Fernández, jefe de Gabinete, aseguró esta mañana que Molina argumentó motivos personales para dejar un cargo que lo mantuvo en el centro de la polémica desde el principio, ya que nadie esperaba que un cura quedara a cargo de una Secretaría tan compleja.

 

“Estuvo conmigo ayer a la mañana, me hizo conocer la situación personal, que creía que había cumplido su objetivo, y que por motivos personales se apartaba”, explicó.

 

Molina fue nombrado en la Sedronar en noviembre de 2013, luego que la Conferencia Episcopal de Argentina advirtió que el narcotráfico era el principal flagelo del país y constituía un peligro del que sería muy difícil volver.

 

Desde entonces el tema se instaló de manera permanente en el debate público ante el evidente auge del consumo, los mayores decomisos de cargamentos de mariguana, cocaína y drogas de diseño y la detención de narcotraficantes argentinos y extranjeros.

 

La Sedronar fue creada en la década de los años 90 y siempre tuvo un nombre más largo que sus funciones, porque en los hechos no logró controlar la penetración y el crecimiento del narcotráfico en el país.

 

Cuando Molina asumió como secretario, la presidenta decidió que la dependencia ya sólo se encargaría de las labores de prevención, pues el combate al narcotráfico quedaría en manos de la Secretaría de Seguridad.

 

El cura centró sus esfuerzos en promover la descriminalización de los usuarios de drogas para que fueran atendidos como enfermos y no sancionados como delincuentes.

 

Sus propuestas fueron permanentemente tergiversadas por la oposición, que denunciaba que el gobierno quería legalizar las drogas, estrategia que nada tiene que ver con la despenalización del consumo.  DM