El frente que promueven el PANPRD y otros líderes políticos rumbo a la elección presidencial del próximo año tiene dos propósitos: sacar al PRI de Los Pinos e impedir que Andrés Manuel López Obrador llegue a Palacio Nacional.

 

Es un frente con dos “antis”: anti PRI y anti AMLO, y de aquí provienen sus virtudes y sus defectos.

 

Su principal virtud, en caso de consolidarse, es que emergerá como una tercera gran opción para votantes independientes que aún no han definido sus preferencias, a menos de un año de los comicios. Hablamos de una tercera parte del electorado.

 

Su principal defecto es que deberá acreditar que no es un panismo o un perredismo disfrazado de sociedad civil, porque en el momento en que alguno de los dirigentes o militantes de los principales partidos que lo promueven sea postulado, el frente perderá su encanto y mostrará el cobre.

 

En efecto, la prueba del ácido de este frente será determinar quién será su candidato o candidata a la Presidencia de la República.

 

Si es una de las figuras que hoy se mencionan por el PAN (Ricardo AnayaMargarita Zavala y Rafael Moreno Valle, entre otros), en ese momento el Frente se verá como una versión ampliada del partido blanquiazul.

 

Lo mismo sucedería si la opción fuera Alejandra Barrales, Jesús Ortega o alguna otra figura del PRD: entonces se vería como un apéndice de esta organización.

 

Otra alternativa son los llamados “independientes”. Es decir, Jaime Rodríguez el BroncoMiguel Ángel ManceraPedro Ferriz y el propio Cuauhtémoc Cárdenas.

 

Sin embargo, ninguno de ellos tiene en este momento el nivel de posicionamiento y preferencia electoral que muestran los integrantes más aventajados del PAN, en alguno de quienes recaería la candidatura del frente si el método de selección fuera una encuesta.

 

La aportación más importante del Frente Amplio, en caso de concretarse, sería su programa de gobierno. Las ocasiones en que el centro-izquierda y el centro-derecha han reunido sus ideas y sus programas, la democracia en México ha avanzado.

 

No obstante, los frentes amplios terminan enfrentados a la hora de nombrar candidato. No visualizo a perredistas apoyando a alguien proveniente del PAN ni viceversa.

 

Tampoco veo que un independiente con 8% o 10% de las preferencias vaya a recibir el apoyo de los aspirantes que estén arriba de ese umbral.

 

Si la intención es generar un gran polo opositor para impulsar una corriente de voto útil que transforme democráticamente y de fondo al país, entonces que AMLO ponga los votos, y el Frente Amplio Democrático, el programa de gobierno.

 

Lo otro, un frente amplio sin Morena y sin AMLO, que en este momento encabezan las preferencias, sería dividir y fragmentar la posibilidad de que el cambio real llegue por fin con la elección presidencial, y pavimentar el camino para la reelección del PRI en Los Pinos.

 

caem