La Biblioteca Nacional de México tiene un acervo de más de un millón 250 mil piezas, cuenta con 173 libros incunables, además de textos iluminados a mano y con letras de oro, son verdaderos tesoros, consideró su coordinadora Silvia Salgado Ruelas.

 

En el marco del Día Nacional del Libro, en homenaje al natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz, indicó que los incunables –del latín incunabula, en la cuna– son “hijos de la primera imprenta”.

 

Entre ellos se pueden encontrar obras como “La Divina Comedia” (Venecia 1493), de Dante Alighieri. Provienen principalmente de bibliotecas novohispanas y de conventos, pues hay que recordar que la Biblioteca Nacional es producto de las Leyes de Reforma y la desamortización de bienes, añadió la también doctora en Historia del arte.

 

Además, entre las piezas del acervo destacan textos fechados entre 1469 y 1500, la obra mecano-escrita “Los murmullos”, titulada después “Pedro Páramo”, con anotaciones de puño y letra de su autor, Juan Rulfo, así como colecciones de bibliotecas conventuales, entre otras.

 

“Su cúmulo se divide en dos secciones: la moderna, que reúne ejemplares del siglo XX al XXI, y los fondos reservados –tanto de la biblioteca como de la hemeroteca– que pueden tener libros modernos, pero también incunables”.

 

En la Sala Mexicana se coleccionan impresos hechos en el país, desde 1554 hasta 1821. “Es una sala con los tesoros mexicanos”, agregó.

 

Quienes acuden a esta Biblioteca pueden acceder a la Colección de José María Lafragua, al archivo de Carlos Pellicer, a la biblioteca personal de Boris Rosen –pareja de Raquel Tibol-, a las obras que conformaron el acervo de la Antigua Catedral de México o a la colección hemerográfica mexicana, que abarca desde 1772 hasta el día de hoy.

 

 

“Lo que la biblioteca reúne no se va a encontrar, como colección, en ningún otro lado. Conservamos ejemplares únicos, tanto mexicanos como extranjeros, colecciones de personalidades e instituciones que muestran la historia y formación cultural e intelectual de este país”, añadió la profesora del diplomado de libro antiguo.

 

El trabajo de los expertos es organizar este patrimonio bibliográfico y cuidarlo para heredarlo a futuros lectores, sean mexicanos o no. Al año se reciben cerca de 11 mil usuarios.

 

Cualquier persona mayor de 16 años puede acceder a las colecciones generales al mostrar una identificación oficial; en tanto que para los fondos reservados se requiere, además, llenar un formato y entregar una carta de presentación personal o institucional que respalde una investigación.

 

“La BNM es un lugar no sólo para conservar la memoria del país, sino al que se debe de venir a leer. Están invitados todos los mexicanos a conocer su patrimonio, cuidarlo y permitir que sea el futuro de todos nosotros. Es nuestro pasado, presente y futuro”, resaltó Salgado.

 

dc