¡Acabo de ver a Donald Trump desnudo! Que me caiga muerta aquí mismo si miento. Es que compré una revista donde viene Diego Luna en la portada, para enterarme de su éxito en Star Wars, y de repente, en plena ojeada, a doble página aparece el próximo presidente de Estados unidos como Dios –o el diablo– lo trajo al mundo. Y cuando digo que Trump se desnudó es literal, o sea, del cuerpo, no crean que del alma.

 

Ahora conozco sus piernas regordetas, el tórax ‘pecho paloma’, los brazos aguados, las bubis un poco rosas y caídas, una lonja pronunciada en la cintura y el ombligo de hoyo profundo. Y luego, cuando empieza el pubis se ve un poco de pelo y justo donde va el órgano masculino, no se ve nada porque lo tapa la mano de una mujer (que le aplica el bronceado orange con una pistola especial tipo aerógrafo). Dios, una imagen tremenda.

 

Aunque sinceramente me hubiera gustado verle las partes nobles íntegras para saber a qué atenernos, porque el tamaño de los miembros casi siempre determina la benevolencia de las personas. Pene grande, bondad grande, pene chico, maldad segura. Son ésas ecuaciones que hay en la vida.

 

El caso es que Donald Trump no tiene un buen desnudo. Y yo que a veces reflexiono sobre cualquier cosa, me preguntaba: ¿qué le verá la eslovaca? Me parece muy primitivo pensar que está con él solo por dinero.

 

Ya sé que es más importante hablar del Tratado de Libre Comercio, de la deportación de los tres millones o el muro –vallas, púas o lo que nos vaya a dividir en la zona fronteriza–, pero la foto me impactó y creo que a veces debemos bajar el nivel de las conversaciones para que nos descanse un poco el cerebro. Me imaginé el retrato oficial de la pareja presidencial en la White House: Melania y Donald sin ropa. ¡Exhibicionistas unidos! Un roto para un descosido.

 

Por cierto, he recibido mensajes de los lectores que reconocen lo visionaria que fui porque en la columna anterior vaticiné que el magnate ganaría las elecciones. Un lector aficionado al esoterismo, las ciencias ocultas y las profecías, agregó que también Nostradamus sabía que el güero triunfaría sobre Hillary Clinton. Que hace cientos de años escribió un párrafo que lo ponía muy claramente (ja, ja): “Un dudoso no llegará lejos del reino, la mayor parte querrá sostenerlo, un capitolio no querrá en absoluto que reine. Su gran carga no podrá mantener…”.

 

Retomando a los encuerados, ¡oh, no! acabo de recibir un mensaje de mi hermana la lista. Dice que me equivoco de aparato reproductor, que el de la foto no es mister next President, sino un doble contratado por la fotógrafa Alison Jackson para perturbarnos.

 

Qué lástima caray, como documento era precioso. Bueno, ¡da igual! me quedaré con la ilusión de que vi las miserias de Donald. Ahora seguiré trabajando porque lamentarse no ayuda, y como dicen los queridos judíos, “no ganas nada llorando”.

 

Además, llámenme exagerada, pero siento que mientras nos ocupamos del Trump ajeno, nuestro Duarte se aleja. Por sufrir lo de allá, se nos hunde lo de acá.