WASHINGTON. La destrucción del arsenal químico del gobierno y de la oposición en Siria plantea desafíos técnicos, físicos y económicos que apenas se esbozan en el Plan de Control Internacional que Rusia entregó a Estados Unidos y hoy discutirán en Ginebra. El desafío para este tipo de desarme se plantea en preguntas clave como ¿quién garantizará la seguridad de los inspectores en las zonas bajo control de la oposición? ¿Qué garantía hay de que recibirán información veraz de la ubicación de los depósitos de ese tipo de armas? y ¿Dónde serán destruidos?

 

El Plan de Control contempla que las partes combatientes se desarmen y entreguen su arsenal a inspectores internacionales, seguramente de Naciones Unidas. En el pasado, el gobierno del presidente sirio Bachar al-Asad no admitía que mantuviera un programa con ese tipo de armas. La situación cambió el martes, cuando el canciller Walid al-Moualem anunció que su país estaba preparado para firmar el Tratado Internacional de Control para Armas Químicas (firmado por la mayor parte de países desde 1993).

 

Con esa adhesión, los observadores internacionales estarían en condiciones de localizar con entera libertad las instalaciones que producen y almacenan ese tipo de armas en el país árabe. Pero subsisten los desafíos.

 

Es de esperar que en las bases del ejército sirio, así como en los enclaves de los rebeldes, existan depósitos ocultos de sustancias y armas químicas cuyo inventario no es conocido más que por un pequeño grupo de personas. La ubicación y exploración de esas zonas será un desafío adicional para el equipo de inspección internacional.

 

Siria es un campo en el que la batalla se libra entre grupos irregulares heterogéneos: distintas facciones vinculadas a Al-Qaeda, extremistas islámicos, militantes del movimiento chiíta libanés Hezbolá (respaldado por Irán), así como entre fuerzas regulares del gobierno de Bachar al-Asad. Todos están armados y sus depósitos de municiones y equipos pueden permanecer ocultos o darlos a los inspectores cuando lo deseen.

 

La dificultad adicional radica en el costo económico para la destrucción de las armas químicas. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos fabricó y acumuló alrededor de 31 mil 100 toneladas métricas de armas químicas que no llegó a utilizar. En 1997, el Pentágono lanzó un programa para destruir sus existencias y a un costo multimillonario en dólares. Dieciséis años después, el Departamento de Defensa no ha logrado concluir su tarea, recuerda The New York Times

 

El Plan

 

Hoy se reúnen en Ginebra los jefes de la diplomacia estadunidense, John Kerry, y rusa, Serguéi Lavrov, para examinar los términos de la entrega del arsenal químico de Siria a la comunidad internacional. Washington y Moscú buscan presentar un acuerdo al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CS), que exija al gobierno del presidente sirio Bachar al-Asad la entrega de su arsenal de armas químicas. Esa medida contendría la represalia de Estados Unidos y sus aliados contra el régimen sirio por el supuesto empleo de gas tóxico contra civiles y que Washington considera confirmado.

 

La aceptación de Damasco a adherirse al Tratado fue incluida en el discurso del presidente estadunidense Barack Obama, quien dijo que pidió al Congreso aplazar la votación sobre el uso de la fuerza contra Siria, pues hay “signos alentadores” que apuntan a una posible solución diplomática a la crisis. Si el arsenal químico sirio se entrega a la comunidad internacional para su destrucción, la amenaza de un ataque bélico se conjuraría. A su vez, el jefe de la diplomacia siria explicó que la decisión de su gobierno pretende “dejar sin argumentos la agresión norteamericana”.

 

SIDE: El 75% de militares de EU contra ataque a Siria

 

El 75% de los militares en servicio activo en Estados Unidos cuestiona la necesidad de lanzar ataques aéreos contra Siria, según una encuesta publicada ayer por el diario Military Times. El sondeo, realizado entre unos 750 militares el pasado lunes y martes, encontró además que cerca de 80% no cree que una intervención de EU en la guerra civil siria beneficie a los intereses nacionales estadunidenses. El diario indica que esos resultados indican que “la oposición entre los militares puede ser más intensa que entre la población en general. Para muchos soldados el dinero es clave”, cita el artículo que agrega: “Los militares cuestionan el costo de un bombardeo en Siria cuando hay recortes de gastos que les afectan a sus sueldos, a sus beneficios”.

 

De la inspección a la destrucción

 

1.- Realizar un inventario exhaustivo para asegurar que todas las sustancias, sus reactivos y precursores sean contabilizados.

2.- Con las cifras actualizadas, los inspectores internacionales definirían los sitios para almacenar las sustancias y equipos.

3.- Se elegiría el menor número de lugares de almacenamiento posible dentro y fuera de territorio sirio.

4.- En tanto, los inspectores estudiarán el sitio para llevar a cabo el proceso de destrucción del arsenal. Esto requerirá el uso de armas neutralizadoras de agentes químicos, incineración por medio de bombas incendiarias u otros medios.

5.- Si en el país no existen instalaciones para incinerar las sustancias bajo estrictas normas que prevengan la contaminación, se elegirán otros sitios que garanticen ese proceso.

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