En México hemos llegado al absurdo de que no hay opinión si no es producto de una encuesta.

 

Grave error porque muchas encuestas, como algunos ratings, son a la medida.

 

Son trajes que se venden al mejor postor.

 

La realidad es otra.

 

Para los millones y millones de mexiquenses registrados en el padrón electoral, todos los candidatos tienen un bajo índice de popularidad.

 

Yo esperaba en esta campaña menos encuestocracia y más eficacia.

 

De los aspirantes al Gobierno del Estado de México no veo una visión política del quehacer público.

 

Sólo oigo denuncias de carencias, frustraciones y fantasías de corregir errores y superar obstáculos.

 

No escucho autocrítica.

 

La autocrítica es un elemento indispensable en la conducta humana.

 

Sólo mediante la autocrítica se puede llegar a la corrección de errores y a superar obstáculos.

 

Veo que los candidatos no examinan con rigor carencias y deficiencias.

 

Sólo tienen la intención de causar el desprestigio de otro.

 

¿Están ajustando cuentas o justificando lamentables omisiones?

 

El 4 de junio sólo una opinión se va a imponer. En el Estado de México todo puede pasar; no hay nada escrito.

 

La única y buena noticia para los mexiquenses es que las encuestas no votan.

 

Milonga: Enrique Ochoa Reza, líder nacional del PRI, dice: “El gobierno de Nayarit no se puede comprar con una tarjeta de crédito, ni es herencia o propiedad de alguna dinastía”. ¿El Estado de México sí?
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