Las universidades deben prepararse para enfrentar los requerimientos del mercado y reformular sus perfiles de egreso, para ayudar a los jóvenes a que se inserten en las carreras que requiere el desarrollo económico, consideró el secretario general de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), Enrique Fernández Fassnacht.

 

Los tiempos cambian y las universidades no han logrado ponerse al paso para alcanzar al aparato productivo del país, cuyas necesidades van cambiando. Aun así, dijo, no debería esperarse a que las universidades entrenen profesionistas “hechos a la medida” del mercado laboral vigente.

 

“No podemos cerrar los ojos a que necesitamos reformular los perfiles de los egresados para que puedan insertarse en el mercado de trabajo”

 

“Es un tema de oferta y demanda. Hay poca demanda en otras carreras que tendrían más posibilidades en cuanto a empleos de buena calidad pero seguimos pensando en que podemos ser administradores o contadores”, dijo en entrevista.

 

El lunes, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dio a conocer su estudio Panorama de la Educación 2014 el cual reconoce que las tasas de desempleo son más altas para los profesionistas que para las personas que no concluyeron la preparatoria.

 

País maquilador

 

Aparte, Genoveva Roldán, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, dijo que el problema no son los estudiantes, sino que México es un país maquilador y por eso los empleos que ofrece su industria son mal pagados y de baja calidad.

 

“Más del 60% de los trabajadores perciben un ingreso promedio mensual de tres mil 600 pesos y el 10%, de mil 800 pesos al mes. No se generan empleos de alta calidad que requieran una gran preparación y profesionalización del trabajo. El mercado está requiriendo mano de obra ‘descalificada’, sin escolaridad”, explicó.

 

Juan Carlos Olmedo, investigador del Tecnológico de Monterrey Ciudad de México especializado en Educación, dijo que las universidades no están adaptando sus modelos para que los estudiantes además de salir con conocimientos teóricos desarrollen competencias (trabajo en equipo, tolerancia a la frustración, por ejemplo) que los ayuden a emprender sus propios proyectos.

 

Y después está el papel del gobierno, que obstaculiza con burocracia el camino del emprendedurismo en el cual podría insertarse esta generación de jóvenes educados que no acepta los empleos de baja calidad ofertados por el mercado.

 

“Un título universitario por sí mismo, sin habilidades y desarrollos de competencias no es una llave mágica que te abre la puerta al empleo. No hay ni villanos ni mártires: tenemos un sistema educativo en general deficiente, un mercado más relacionado con la manufactura y un gobierno que no facilita que la gente produzca empleos”.