No es la primera vez que se pide la desaparición de un zoológico.

 

Cada vez que sucede una tragedia, como la muerte de Bantú, se reaviva ese debate que se disuelve con el tiempo…

 

Y finalmente no pasa nada.

 

El tema no es la desaparición o no de estos recintos, sino la exigencia de autoridades capacitadas para hacer de un zoológico un albergue de animales: con atención médica, alimentación y cuidado.

 

¿Y si el próximo mes decidieran desaparecerlos? ¿A dónde irían esos animales?

 

Los animales de los circos no fueron canalizados, en su totalidad, a albergues adecuados. Muchos de ellos mueren en improvisadas “granjas” o “refugios”.

 

Es una realidad que existen animales en cautiverio lesionados o en peligro de extinción, a los cuales es difícil reinsertar en su medio ambiente. A éstos hay que protegerlos y aprender de ellos.

 

El mundo ideal

 

Nada mejor en un mundo ideal que desaparecer los zoológicos. Pero, infortunadamente, no vivimos en un mundo ideal.

 

Cóndores, jaguares, rinocerontes y pandas ya hubieran desaparecido.

 

Tal vez, lo que debemos exigir como sociedad es la evolución de estos sitios. La desaparición total de las rejas y la construcción de albergues para animales en peligro de extinción, en los lugares de los zoológicos actuales.

 

El tema es: no traer animales para exhibirlos, sino para protegerlos y, tal vez, después reinsertarlos en reservas. No arrancar a los individuos de su hábitat para mostrarlos, sino destinar los espacios que se tienen para protegerlos.

 

¿Pero cómo empezar esta transformación? Muy sencillo, con autoridades preparadas para el cargo. Que tengan un concepto moderno de lo que debe de ser un zoológico de nuestros tiempos. No un mero escaparate para exhibirlos.

 

Y encaminarse, tal vez como un primer paso, a la desaparición de los zoológicos urbanos, que si lo pensamos, ésos no tienen mucho sentido.

 

Los programas de rescate

 

Hay especies que todavía podemos conocer debido a los programas de rescate y reproducción de los zoológicos, como, por ejemplo, el lobo mexicano.

 

Habría que pensar en espacios más amplios, controlados y vigilados para mantener seguras a las especies en peligro. Ya no pensar en los zoológicos como un sitio para atraer turistas, con animales encerrados sólo para su exhibición.