El mundial empezó el 9 de abril y no el 12 de junio, al menos para un grupo de regios que renunciaron al trabajo, vendieron autos y se echaron a la aventura para seguir al Tri en Brasil, un viaje en el que dicen invirtieron más de ocho mil dólares. Cruzaron toda América, y les han robado, cobijado, alentado, pero están felices de estar en Fortaleza.

 

Una van marcada en sus ventanillas con lustrador de calzado blanco marca el nombre de la aventura: De norte a sur, la esperanza de los sueños. Él protagonista prefiere que le llamen Quique a secas, barba de náufrago, playera desgastada. Han sido demasiados kilómetros, demasiadas noches en vela; todo a bordo de una Van que amontona mochilas, latas, ropa y lo que se pueda.

 

 

Un viaje que en algún momento se convirtió en manda, por las dramáticas circunstancias que  cuenta el cansado chico de la barba. “Lo había planeado con un primo, pero al año tuvo un accidente y falleció, esto fue más por la promesa de cumplirle”.

 

 

No fue fácil convencerlos: “Decían que estábamos locos, teníamos que renunciar al trabajo, porque nadie nos iba a dar tres o cuatro meses de permiso; vender el carro para juntar dinero, venirte a la nada. Lo decidimos una tarde y así nada más, salimos de Monterrey el 9 de abril”. Y la aventura se convirtió en ello desde que tomaron carretera. “Salimos hacia Querétaro y el primer día se nos descompuso la camioneta: llegamos a Querétaro en grúa”.

 

 

“En Querétaro nos arreglaron el carro, y de ahí: a Puebla, Chiapas, San Cristóbal; en San Cristóbal ya empezamos a cruzar frontera; Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá; en  Panamá mandamos la Van en un contenedor que se aventó como siete u ocho días, y luego ya seguimos a Colombia, pasamos por Cartagena, Medellín, Cali, Pasto; de ahí a Ecuador, y de Ecuador a Perú, Bolivia, y así llegamos hasta Brasil. Llegamos el 11 de junio en la noche a Brasil”, dice luego de recitar gran parte de Sudamérica.

 

 

Por eso las palabras se le atoran cuando describe el momento de entrar al primer partido entre México y Camerún en Natal.  “Fue mucho sentimiento al entrar al partido de Camerún, juro que se veía la cancha con luz, y el himno me hizo llorar, fue tanto viaje, tanto que dejaste atrás.

 

 

Hoy ya no tienen dinero, por lo que para vivir, la solución es cantar, aunque el amplificador de la guitarra que traían se los birlaron en Cali, Colombia. “Iba saliendo a meter la Vam a un Hostal que nos hospedaba  y vi que estaba abierta, me asomé y vi que ya no estaba el amplificador”, y al amplificador siguió el espejo de la camioneta. “¿Ya viste el espejo? El espejo también nos lo bajaron y tuvimos que improvisar (pusieron uno de bolso de maquillaje). Cada policía que nos paraba les decíamos: me lo acaban de robar, me lo acaban de robar”.

 

 

Ahora, ya eliminado el Tri, el problema será regresar, porque en los bolsillos ni reales, pesos o dólares ocupan espacio; trabajar en Río, quizá en Uruguay, o lo que sea para conseguir un empujón que les devuelva al barrio.