Carlos Gual Castro inició sus trabajos de investigación en biología de la reproducción al mismo tiempo que los anticonceptivos y la planificación familiar entraron a la escena mexicana. Fue actor y testigo del cambio en las políticas de  salud sexual y reproductiva que transformaron la demografía mexicana.

 

Desde hace más de 50 años y después de realizar un posgrado en Estados Unidos, el médico ha estado involucrado en el tema del control de natalidad de varias generaciones, lo que le valió el premio Eduardo Liceaga, el máximo galardón que otorga la Academia Mexicana de Medicina a la investigación clínica.

 

El camino de la planificación familiar no ha sido fácil. “Siempre ha sido motivo de problemas en la humanidad, desde hace 100 años”, afirma en entrevista, mientras se acomoda en la silla de su oficina.

 

En los primeros años de la década delos años 50 fue testigo de la llegada de la pastilla anticonceptiva. Los investigadores de Harvard, Edris Rice-Wray, Gregory Pincus y John Rock, habían logrado sintetizar la progesterona y convertirla en un anticonceptivo oral.

 

“Cuando la presentaron en 1957 había ido a Harvard a estudiar mi posgrado y la esposa del doctor Pincus nos invitó a mi esposa y a mí a quedarnos en su casa. En enero de ese año llegaban los premios Nobel, investigadores. Hacían cocteles y estaba invitado porque vivía en esa casa”, relata el investigador quien realizó estudios con Pincus.

 

“Luego la doctora Rice-Wray terminó aquí en México y puso una clínica privada de planificación familiar: la Asociación Pro Salud Maternal en Menores y tuvo problemas con la justicia porque la acusaban de que provocaba abortos a las mujeres usando un anticonceptivo oral”.

 

Para 1965, Gual y otros médicos que trabajaban con el doctor Salvador Zubirán lograron abrir la primera clínica de planificación en el sector público, dentro del Hospital de Enfermedades de la Nutrición (hoy Instituto Nacional de Nutrición) en la colonia Doctores. No obstante, en esa época la ley no reconocía el derecho a la salud reproductiva.

 

¿Las mujeres estaban interesadas en el tema?

 

“Sabían lo que había en la colonia Doctores e iban para allá (…) Ellas estaban agobiadas por cinco, ocho, 10 niños que se estaban muriendo de hambre. El esposo era un borracho, generalmente, que les pegaba, que se negaba a que asistieran a la clínica”, responde con una sonrisa.

 

No fue sino hasta 1974, durante el gobierno de Luis Echeverría, cuando se aprobó una reforma al artículo cuarto constitucional para establecer que todas las mujeres tenían derecho a decidir cuántos hijos tener y en qué momento.

 

Fue en el sexenio siguiente, con José López Portillo como presidente de la República, cuando siendo el doctor Carlos Gual subsecretario de Salud que se aprobó el programa: “La familia pequeña vive mejor”, gracias a la insistencia del doctor Jorge Martínez Manatou.

 

Para Gual Castro, este es “uno de los éxitos más grandes que ha habido en México, porque fue el séptimo país en el mundo que estableció un programa de planificación familiar”. Pese al éxito de la campaña al lograr reducir considerablemente la tasa de natalidad hasta lo niveles actuales, los trabajos de investigación continuaron.

 

En el ámbito de los anticonceptivos hormonales, las investigaciones continúan. Todavía hay muchos retos en el campo de la medicina y la planificación familiar, así como en la protección de la vida de la mujer, reconoce el médico de 85 años.

El especialista habla de lo que tal vez constituya el más reciente avance: la llamada “píldora del día siguiente”, cuya introducción al mercado desató una gran polémica.

 

“La píldora del día siguiente lo que tiene son grandes niveles de un estrógeno y progestina, y esto impide la fertilización. Una persona que tiene una relación sexual y que no quiere embarazarse, al tomar la pastilla lo que hace es impedir la fertilización.

 

“Y no es lo mismo la fertilización de un óvulo por un espermatozoide, a que exista la concepción”, sostiene el médico y agrega: “entre ellas hay nueve días de diferencia (…) La fertilización no implica, según yo y según la ciencia, a un ser humano”, finaliza.